25 de febrero de 2010

Mastroiani se divorcia a la italiana




Divorzio all'italiana (1961, Pietro Germi)

Escogí ver esta película por los errores de traducción que he encontrado en las comedias italianas. Aunque muchas de ellas no tenían la terminación "a la italiana" terminaban incluyéndose dentro de esta categoría. Afortunadamente Divorcio a la Italiana está bien traducida.

El film de Pietro Germi cuenta la historia de Fefé (Marcello Mastroiani), barón que vive en de Sicilia en un viejo palazzo decadente, propiedad se su tío, con quien lo comparte. Fefé está casado con Rosalía, una mujer todo lo opuesto a Sofía Loren. Esta vez su pareja es fea, incluso maquillándose, de carácter receloso y posesivo. La vida del personaje de Mastroiani es un "asco", es deprimente, y está en plena decadencia, como el palacio. Sin embargo encuentra una satisfacción personal en el cuerpo de su jovencísima y virginal sobrina, de la que se enamora perdidamente. Al ver que ésta le corresponde empieza a maquinar un plan; divorciarse (uno de los referentes sociales de la película) de su esposa porque le ha sido infiel. En su idea sólo falla una parte, que ha de encontrar un amante para su mujer, y teniendo en cuenta cómo es se vuelve una tarea complicada. Finalmente tropieza con un hombre que la amó en su juventud. Hecho. A partir de ese momento Fefé crea situaciones propicias para que coincidan los amantes, y finalmente lo consigue, por lo que, asumiendo el papel de marido cornudo, decide asesinar a su esposa y al amante para limpiar su honor. Tras unos pocos años entre rejas Fefé, que es recibido como un héroe, se casa con su sobrina. Sin embargo Fefé ya no es el mismo, ahora desconfía de los amigos de su nueva mujer.


Divorcio a la Italiana, es un clásico de los más importantes dentro de la comedia italiana post-neorrealista. La acción transcurre en la Italia de los sesenta, una época en la que el país se reconstruye y vive una modernización necesaria. En el film de Germi, que ahora está muy mal visto debido a los problemas que sufrimos en nuestro país por el maltrato de pareja, de muestra con ironía y sátira el carácter machista de la sociedad italiana, y por este motivo sitúa la acción en Sicilia. A parte de la interpretación magistral de Mastroini, quien trabaja a la perfección el personaje dotándolo de unos tics que quedan en nuestra memoria, hay que recordar que ganó el Oscar a Mejor Guión Original en 1962 (escrito por Ennio De Concini, Pietro Germi y Alfredo Giannetti). Tanto Germi como Mastroiani estuvieron nominados.

Algunos matrimonios mal avenidos:

Matrimonio all'Italiana (1964, Vittorio De Sica)
Sedotta e Abbandonata (1964, Pietro Germi)
Divorce American Style (1967, Bud Yorkin)
The War of The Roses (1989, Danny DeVito)
Intolerable Cruelty (2003, Joel Coen)


Artículo de Rubén S. Ferrer

La parada de los vampiros adolescentes




Adaptar una trilogía en poco más de 90 minutos o como bajarse los pantalones ante los ejecutivos de Hollywood.


El circo de los extraños
(2009), de Paul Weitz.

Darren Shan, escritor irlandés comenzó hace ahora diez años la primera de sus doce novelas vampíricas (La saga de Darren Shan o Cirque du Freak), protagonizada por un joven vampiro que lleva el nombre del escritor. En un principio simplemente era una idea divertida en la mente del autor, pero causó tal éxito entre el público infantil que monopolizó buena parte de su carrera en este sentido.

Era cuestión de tiempo que algún estudio importante se hiciera con los derechos de la saga y fue finalmente la Universal quien rompió la baraja posiblemente motivada por el arrollador éxito de Crepúsculo.

La premisa era interesante, más aún respaldada por el estudio que lanzó al conde Drácula hace ya muchos años.Un niño, el citado Darren, entra en contacto con un circo de fenómenos (freaks) que ha llegado a la ciudad y acaba convirtiéndose en el ayudante del vampiro que forma parte de la troupe, compartiendo almuerzo con gigantes, enanos, una mujer barbuda (Salma Hayek en su papel más antisexy después, y digo después, de Frida) o un hombre lobo.


Es innegable que Paul Weitz (el director de American Pie y Un niño grande) quería homenajear a las películas y novelas de terror infantiles de los años 80 y 90. Se palpa en el ambiente esa atmósfera kitsh ( innegable el grado de horterismo de los malvados Vampanezes) de luces violetas y cortinas de humo, de personajes poco creíbles y carnavalescos. Lo mismo ocurre con el maniqueismo exagerado , con el protagonismo absoluto del niño, con las situaciones de pelígro aptas para cardíacos que ya estaban presentes en las pesadillas literarias de R.L. Stine.

Ahora bien, tras un inicio prometedor e inquietante ( con la presencia de secundarios de lujo como John C. reilly, Salma Hayek, Ken Watanabe o Willem Dafoe) la película se va diluyendo como un azucarillo en una taza de té (muy caliente). Porque señores míos de Hollywood, los niños no son idiotas, y son capaces de entender perfectamente una historia sin necesidad de abusar de esos clichés tan mascados y molestos, que por otra y sorprendente parte conviven con momentos de verdadera tensión y de humor macabro.


El guión de El circo de los extraños, escrito por el mismo Weitz y Brian Helgeland (co-guionista también de los fantásticos textos de L.A Confidential o Mystic River) cojea por todos lados en el intento de adaptar tanta y tanta información, que repartida en tres novelas podría resultar interesante, en una película de tan corta duración.

Sospecho, que estos momentos negros ( Darren jugando a la consola portátil en un ataud bajo tierra y su posterior desenterramiento) es lo poco que el verdadero equipo creativo de la película ha podido salvar de las manos de algún listillo visionario de la Universal, conocedor del secreto del éxito.

Otras aventuras de terror infantiles:

El carnaval de las tinieblas (1983) de Jack Clayton ( guión de Ray Bradbury )
Gremlins (1984)
Una pandilla alucinante (1987), de Fred Dekker
El secreto de los fantasmas (1987), de Roland Emmerich
El misterio de la dama blanca (1988), de Frank LaLoggia
Monster House ( 2006 ), de Gil Kenan
Coraline ( 2009 ), de Henry Selick


Artículo de David Boscá

24 de febrero de 2010

Herzog visita la Antártida




Si vemos la filmografía del director alemán nos daremos cuenta de que es un todo terreno. Con sus 67 años este hombre nacido en las montañas de Baviera ha hecho de todo: cortometrajes y largometrajes de ficción, documentales, ópera, interpretación, guiones, etc. Tras repasar toda su formación me doy cuenta de lo importante que es la mirada de este hombre, y de cómo consigue transmitirla en todas sus producciones. Por este motivo no me sorprendió nada encontrarme que Herzog había hecho un documental sobre la Antártida. ¿De qué hablará? ¿Pingüinos, focas, icebergs? Las dudas me asaltaban conforme recordaba el documental Grizzly Man, su personal mirada sobre un hombre que entregó su vida por hacer aquello que más le gustaba, convivir con los osos pardos.

El documental de Herzog, narrado con fuerza y lirismo, y con una fotografía soberbia, arranca con unas imágenes espectaculares en las que vemos los fondos marinos del continente. Enormes y extrañas formas caprichosas que crea el hielo congelado de la superficie, de tonos azules a amarillos, acompañados por una preciosa melodía coral. Cuando ya estamos totalmente subyugados al poder de estas imágenes entra la voz del creador, Herzog. El director explicada el motivo por el cuál decidió volcarse en un proyecto de estas características, y es más, le dejó bien claro la productora que no pensaba hacer un documental científico, y que desde luego no hablaría de pingüinos. Así es como el director alemán nos muestra la Antártida, como un conjunto de pequeñas estaciones habitadas por científicos con unas vidas extrañas y muy peculiares.


Herzog (director y técnico de sonido) y Peter Zeitlinger (director de sonido) llegan a la estación McNurdo, centro neurálgico de la Antártida. Allí es donde el realizador retrata la vida en el campamento; entrevista a conductores, científicos, cocineros, etc. Sin embargo a Herzog no le gusta pasar el tiempo en el campamento porque está civilizada, así que cuando puede huye y si marcha a conocer las vidas de los científicos que están en otras estaciones. Es en su recorrido cuando visita a zoólogos, vulcanistas, físicos y biólogos, cada uno de ellos con unas historias mínimas y poderosas. Quizá la más impactante ocurre cuando se entrevista con David Ainley, experto en pingüinos. A la pregunta de que si estas aves conocen la locura el especialista contesta que ha visto comportamientos extraños, como que un pingüino, con el excelente sentido de la orientación que tiene, decida abandonar la manada y adentrarse sólo en el continente. Y esto es lo que ocurre. La cámara de Zeitlinger graba a un pingüino que deja la manada y que, sólo (ya que por normativa se prohibe tocar a estas aves), camina hacia las montañas, donde encontrará una muerte segura. Herzog queda impresionado, al igual que le sucede al espectador a lo largo de los 100 minutos que dura la película.

Encounters at the end of the world es un documental atípico porque es científico a la par que antropológico, nos muestra la diversidad biológica pero a través de las personas que la estudian. En definitiva, Herzog no sólo nos habla de la Antártida y se de su hábitat, sino que nos muestra a las personas que han decidido renunciar a su vida en la sociedad para alejarse y encontrarse con otros seres humanos en el fin del mundo.

Otros documentales de Herzog:

The White Diamond (2004)

Artículo de Rubén S. Ferrer

22 de febrero de 2010

Oscar 2010 Avatar: La evasión de Avatar




La Cara B

En un programa de televisión el sexagenario director italo-americano, Martin Scorsese, comentaba que Avatar, el último film dirigido por James Cameron, había cambiado el modo de ver el cine. Esto era bueno pero podía poner en peligro que las generaciones de cineastas y público en general perdieran de vista el cine clásico, el cine que no cuenta con tantos millones para contar buenas historias.

El comentario de Scorsese me hizo recordar algunos acontecimientos que fortalecieron el criterio de cine como mero espectáculo, y de que en el fondo mucha gente empezó a verlo como industria. Corrían los años de la Gran Depresión cuando la Universal decidió crear una serie de personajes que ayudarían a la gente a salir de la realidad, a esconderse en las salas de cine donde el paro, el miedo, y la incertidumbre poco tenían de verídicas. Hablo de los Monstruos de la Universal. El primero que inundó la pantalla fue Frankenstein, y más tarde vendrían Dracula, el Hombre Lobo, el monstruo de la laguna negra, y muchos más; generando un circo de criaturas feroces e infernales cuya única función era la de entretener. La evasión estaba servida, y el negocio asegurado. La Universal consiguió beneficiarse con aquella situación sin pensarlo demasiado; la gente lo único que necesitaba era evasión, aunque se gastaran en ella los pocos dólares que tenían en el bolsillo.


Setenta y nueve años después de aquel estreno vivimos una situación muy similar. Los políticos y gobernantes de los distintos países ya no piensan en nosotros, por lo que nos sentimos desamparados ideológicamente hablando. La crisis, creada por los que se encuentran en las cúpulas más altas, ha hecho que vivamos una situación inestable, controvertida y con unas perspectivas inciertas. Todo necesita un cambio, y nuestro medio de expresión, el cine, lo ha encontrado en el 3D. Al igual que ocurrió en 1931 con Frankenstein, la gente está yendo al cine en busca de nuevas experiencias audiovisuales que le distancien de la realidad, aunque no tengan trabajo, aunque el paro se les esté apunto de terminar, y aunque la entrada del cine que le permita ver la proyección en 3D de la copia en alta definición cueste lo mismo de una cena. Los espectadores encuentran el dinero necesario para escapar de esta realidad. No hay más que ver los números de Avatar. ¿Ha batido su record? ¿Ha recaudado más que Lo que el viento se llevó? ¿Y qué más da si lo que ha hechoAvatar es crear un antes y después en la Historia de cine?
Yo fui uno de esos que corrió para ver Avatar, quería comprobar en mis retinas porque se producía este cambio. Lo hice, y los primeros comentarios fueron positivos. Aquel film, dirigido por el hombre que creó Terminator, me sorprendió tanto que mi juicio había quedado “avatarizado”. Sin embargo ha pasado el tiempo, mi mente se ha desapasionado y mi juicio ha vuelto a ser el que era. ¿Es Avatar tan importante? Desde luego que no. ¿Pero ha marcando un antes y después? Puede, pero las películas en 3D llevan haciéndose mucho tiempo, tampoco es nada nuevo.


Sobre Avatar hay mucho escrito, demasiado, por lo que incidiré directamente en aquellos aspectos que más me han llamado la atención. Como persona que trabaja en el sector creo que Avatar a nivel narrativo es una de las peores películas que me he encontrado. Su historia, repetida hasta la saciedad en obras cinematográficas y literarias, por citar algunas conocidas como Pocahontas, El último mohicano, Parque Jurásico, todas ellas lejanas del film de Cameron, pero a la vez muy cercanas. Quizás de quien más cerca esté es la novela corta Call Me Joe, de Poul Anderson. En este texto el protagonista, un parapléjico, que a través de métodos de ciencia futura, consigue contactar con un ser de vida artificial creado precisamente para colonizar Júpiter. Si esto es casualidad que se lo digan a los millones de fans que quieren que se reconozca Avatar como un historia “basada en...”. Es el guión donde vemos el pie del que cojea Avatar, una sencilla historia, prendada de filosofía New Age muy simplificada, que no busca contar nada sino cómo contarlo. ¿Esto es cine? Me defrauda y entristece ver como la historia ha quedado totalmente relegada a la producción y la tecnología. Personajes planos, sin una historia con garra que nos atrape desde el principio, y situaciones simplonas; no se necesita nada más. El resto es disfrute visual, ciencia ficción barata.

El punto fuerte, pero no tanto, del film de Cameron es el uso de la tecnología, sobre lo que hay mucho escrito en la red. Sin embargo el 3D de Avatar no está explotado todo lo que debería. La profundidad de campo de sus escenas es espectacular pero la proximidad de los objetos y las escenas de acción quedan bajo el yugo de la alta calidad. Pocas son las secuencias en las que las tres dimensiones nos atrapan y nos provocan esas sensaciones que vértigo que anhelamos desde que compramos la entrada. Cámaras de alta definición, render en tiempo real, tecnología creada a propósito. Todo hecho para lucir, enseñar, mostrar, entretener, sumergir al espectador en un sueño para que se evada por completo. A través del avatar, en el que entramos usando el 3D en el plano real, conseguimos viajar a Pandora, vivir una aventura fantástica y después volver a nuestra casa con la sensación de pensar “otro mundo es posible, algún día”.


Avatar ha conseguido cambiar el destino del cine, pero no del todo. Sólo se ha hecho con la mitad de su propósito. El rey del mundo no es rey sino uno de sus nobles. Y el destino sigue tan incierto como lo es el uso del 3D en el cine. ¿Durante cuánto tiempo seguirán haciendo películas en este sistema? Ya se han cerrado varias producciones millonarias para hacer cine en 3D, incluso Peter Jackson va a reestrenar su trilogía de Tolkien con esta nueva tecnología. ¿Con qué propósito? ¿Recaudar más dinero o darnos satisfacción para que no nos demos cuenta de lo que pasa?

Y me pregunto ¿dónde queda el cine en todo esto? ¿Dónde están las películas clásicas? ¿Dónde está el cine de autor, ese de poco dinero con un buen guión? ¿Y las historias que nos llegan al alma? ¿Y los recursos narrativos como el tiempo, el montaje? ¿Qué pasará con el cine? ¿Ahora todo será Avatar? ¿Todo entretenimiento?.


Artículo de Rubén S. Ferrer

Oscar 2010 Avatar: Vacaciones en Pandora




La cara A

Tras más de 10 años sin dirigir ningún largometraje, James Cameron vuelve a lo grande con una historia de aventuras disfrutable para el público de todas las edades. Si además le añadimos la posibilidad de ver la película en 3D, destacando el efecto óptico de la profundidad, nos encontramos con el mejor cine espectáculo que podemos ver actualmente en la cartelera.

Cameron, centrado últimamente en documentales sobre los misterios de las profundidades del océano, ha creado una historia donde además de aventura podemos encontrar una crítica al afán colonizador del imperialismo yanqui, destacando el heroísmo de los primitivos nativos na’vi del planeta Pandora frente al ejército invasor humano más avanzado.

Los na’vi son unos gigantes azules que viven en la jungla del planeta más hermoso que se ha recreado últimamente en pantalla, y que tienen un código de honor arraigado y que respetan las maravillas de la naturaleza.

Si añadimos una historia de amor, el contraste de culturas, y grandes batallas con naves y criaturas extravagantes, la diversión está asegurada.

Se ha comparado Avatar con Pocahontas (aunque sería más propio hacerlo con El nuevo mundo de Terrence Malick), y es cierto que tienen una base parecida, donde entre el caos de una fuerza invasora con más recursos que llega para conquistar a una población primitiva surge una historia de amor, pero ahí queda la cosa.

Quién sabe, a lo mejor Cameron ha querido actualizar una historia conocida, o a lo mejor ese momento histórico le ha servido como excusa para hacer una gran película de aventuras, o a lo mejor ha sido una simple casualidad, porque es verdad que las ideas están en el aire, y cada vez es más difícil ser original.


De todas formas, sea lo que sea lo que haya inspirado al director, la verdad es que Avatar es una película espectacular, visualmente atractiva, muy emotiva en ciertos momentos, y con un gran diseño de producción.

Pese a la inevitable violencia de las batallas, se trata de una película para toda la familia, donde es casi obligatorio verla en el cine para alucinar a lo grande, sobre todo con el efecto en tres dimensiones, que parece que ha sido rodada para verla exclusivamente de esta manera, puesto que la diferencia de verla en 2D y 3D nunca fue tan abismal.




Artículo de David Tarrazona

20 de febrero de 2010

En Roma hay fantasmas




Fantasmi a Roma (1960, Antonio Pietrangeli)

Hoy me disponía a ver Profumo di Donna (Perfume de Mujer, 1974), dirigida por Dino Risi, recomendada por P. y porque me interesaba ver algo de Risi, cuando he descubierto que no tenía subtítulos. El caso es que tenía sobre mi mesa el DVD de Fantasmi A Roma (Fantasmas en Roma), un film dirigido por Antonio Pietrangeli, con música de Nino Rota, y con la interpretación de Marcello Mastroiani y Vittorio Gassman, entre otros.

Fantasmas en Roma cuenta la historia de unos fantasmas que habitan dentro de un palazzo en ruinas. En él vive un viejo príncipe que está en bancarrota y constantemente sometido a la presión de vender su casa para que construyan un supermercado de veinte plantas. El anciano, cascarrabias y algo chalado, muere en un accidente doméstico, heredando la propiedad su sobrino quien no tiene ninguna duda en vender el viejo palacio. Sin embargo los fantasmas, asustados porque perderán su hogar, harán de las suyas para que el joven no pueda deshacerse de la mansión de sus antepasados.

La película de Pietrangeli, con guión del propio director junto a Ruggero Maccari (Profumo di Donna, Il Magnifico Cornuto), Ettore Scola (Totó Nella Luna, Gente Di Roma) y Ennio Flaiano (Dolce Vitta, La notte, Boccaccio '70), tiene una estructura algo confusa dada la duración de los actos. En la primera parte (todo el planteamiento) vemos una presentación minuciosa de los personajes en el día a día de la casa; prácticamente un documental. Cuando el espectador ya los ha conocido bien pasamos a la segunda parte del film, cuando el viejo principe muere y llega su sobrino con propósitos de vender la casa.

Personalmente, la riqueza de Fantasmas en Roma reside sus diálogos, basando el humor en las réplicas entre los personajes en vez de el físico, como en las comedias norteamericanas. La comedia clásica italiana es hija directa del neorrealismo y se caracteriza, como ya he dicho, por tener unos diálogos rápidos y constantes, y por mostrarnos la realidad italiana del momento (en este caso principios de los sesenta). Es aquí donde encontramos esos personajes grotescos que pegan gritos, esos hombres pillos que persiguen a las mujeres por las calles, esas esposas seductoras que controlan a sus maridos con sus picardías, los curas gordos y adictos a la comida, las familias numerosas, etc. Una serie de características que aparecen en el cine español de la misma época. ¿Y cómo es eso? Fácil, porque somos gente del mediterráneo y porque muchos guionistas italianos también trabajaron con directores españoles, como es el caso de Ennio Flaiano, que escribió dos obras maestras de Berlanga, como Calabuch (1956) y El Verdugo (1963).

Fantasmas en Roma, un clásico imperecedero de uno de los directores olvidados del cine italiano, Antonio Pietrangeli.

Otras películas que te gustarán:


La fortuna di essere donna (1956, Alessandro Blassetti)
La legge (1960, Jules Dassin)
Il Bigamo (1956, Luciano Emmer)
Auda e le compange (1960, Antonio Pietrangeli)

Artículo de Rubén S. Ferrer

19 de febrero de 2010

El milagro de la luz en Barry Lyndon





Meses antes al rodaje de Barry Lyndon, Kubrick recorrió el mundo en busca de lentes ultra rápidas, porque sabía desde el principio que buena parte de las escenas de su película iban a ser filmadas en situaciones de extrema poca luz. Parece mentira , y resultaba increíble ya en los años 70, pero nunca se había filmado una película con escenas a luz de vela sin ningún tipo de luz artificial adicional. Por algo será...

Ed DiGiulio, el presidente de Cinema Products Corp, encargado de suministrar el equipo técnico que Kubrick necesitaba, recibió la llamada del director neoyorkino, ya que quería construir equipos nuevos a través de exóticas lentes que había conseguido (como una Carl Zeiss de 50 mm con F/0.70 que utilizaba la NASA para exploraciones lunares). DiGiulio le preguntó sorprendido porque no se planteaba utilizar las nuevas lentes Canon y Carl Zeiss, rapidísimas, que permitían fotografiar la luz de la vela de manera fácil siempre que se usara una luz de relleno. Kubrick a esto respondió que no hacía la película para lucirse sino para intentar capturar el debilitamiento del color y la sensación de estar viviendo las mismas sensaciones que se podían experimentar en un castillo del siglo XVIII durante la noche. De hecho, para intentar balancear la película de forma equilibrada Kubrick forzó el revelado, una parada, tanto en las escenas de interior como las de exterior.

No es tampoco casualidad que la fotografía de Barry Lyndon se acerque a algunos cuadros de William Hogarth y otros pintores del dieciocho, ya que ellos también trataban de representar su realidad, la de una vida sin electricidad, por una parte y por la gran abertura de las lentes que sacrificaban la profundidad de campo y lo que conseguían es que en muchas ocasiones las imágenes se aplanaran como en un lienzo.

En las escenas de interior, pero en este caso con suficiente luz, lo que se hizo fue reforzar la luz exterior a través de difusores que entraban por las ventanas en lugar de inundar la localización de focos como hacen la mayoría de producciones, logrando una bonita combinación de luces.

Claro que ser un genio tiene su precio, no sólo fue maldecido por los actores que se morían de calor alrededor de las velas repitiendo una y otra vez sus líneas ( hasta 25 veces afirmó Ryan O’Neal) sino también por su director de fotografía, John Alcott, que al menos fue galardonado con un Oscar. Este dijo en su momento que trabajar con esa lente era trabajar con algo que no tenía nada que ver con las lentes tradicionales, con una profundidad de campo prácticamente nula, de modo que no tenía referencia de enfoque y tenía que hacer pruebas manuales entre 1 y 60 metros para averiguar donde estaba el punto más enfocado.  

Sorprendentemente la película fue un fracaso de crítica y de público, menos mal que el tiempo pone a cada uno en su sitio…




Artículo de David Boscá

18 de febrero de 2010

Oscar 2010: District 9 y el apartheid marciano




Súdafrica vive ya casi 30 años con la compañía de una nave alienígena que se detuvo en el cielo a escasos metros de la ciudad. Todos sus tripulantes fueron distribuidos en el llamado Distrito 9, un mísero barrio de las afueras de la ciudad donde malviven los extraterrestres. La MNU, una corporación designada por la ONU para el cuidado de estos habitantes, pretende reubicarlos en una zona mejor, pero bajo este plan se esconden sus verdaderas intenciones, hacerse con la potente tecnología militar de los visitantes.

Hasta 1994, los ciudadanos sudafricanos de raza blanca, y esto no es ficción, no tenían derecho a voto, simplemente por el color de su piel. No sería descabellado pensar que ante una situación como la que plantea la película de Blomkamp el ser humano, tan cruel y me atrevería a decir que xenófobo por naturaleza (aunque esto cambie lentamente) se comportaría de la misma forma. Por miedo, por egoismo o simplemente por ignorancia.





De la mano de Peter Jackson, el realizador sudafricano Neill Blomkamp desarrolla esta idea y lo hace de una forma muy inteligente. Especialista en efectos especiales ( es el autor del anuncio del C4 bailarín o responsable de efectos en la serie Stargate SG1) consigue brillantemente integrarlos en una película que avanza bajo la forma de falso documental.

No es la primera vez que se cambian los papeles y el espectador se identifica con los extraterrestres (quién no lo hizo con ET) o que convivimos con ellos ( Alien Nación o La invasión de los ladrones de cuerpos), pero aquí el protagonista, a diferencia de las anteriores es un anti-héroe, el antagonista es la propia humanidad, y la motivación es conseguir reparar la nave y escapar de este planeta tan hostil.
Un protagonista cobarde, funcionario del gobierno que se ve perseguido por su gente al convertirse en la clave para la utilización del tecnología, y no duda en hacer cualquier cosa con tal de sobrevivir.

Al sustituir a los “apartados” por seres de otros planetas, Blomkamp tiene vía libre para mostrar el lado (irónicamente) más monstruoso del ser humano que humilla y maltrata a otros ciudadanos para después compadecerse hipócritamente.


District 9 no es demagogia sino lo contrario, una buena y entretenida película de ciencia-ficción que utiliza las armas del documental y un reciente pasado histórico para hacerla todavía más dura y compleja, y esto es lo que más valoro del film neozelandés, que reme frente a viento y marea con un "modesto" presupuesto de 30 millones de dólares (Independence Day costó 817 millones hace 14 años) con la creatividad y talento por bandera y se permita reflexionar sobre temas tan polémicos como la marginación social, la privatización de las empresas o el corporativismo.


Artículo de David Boscá

17 de febrero de 2010

El gigante de hierro que soñaba con ser Superman




No cabe ninguna duda de que el ganador de dos Oscar, Brad Bird, es un enamorado de la animación de los años 50 y 60. Sus películas destilan ese aroma mágico de los cortos de la UPA, de los noticiarios norteamericanos, de los libros ilustrados de después de la guerra e incluso el humor de algunas producciones del estudio Hanna-Barbera.

El gigante de hierro, su primera película, anterior a Los Increíbles y Ratatouille, es un catálogo de estilo, un severo homenaje a la animación clásica que vivía sus últimos días y a una época muy concreta en la que explotó, además de bombas atómicas, el fenómeno de la ciencia-ficción, las revistas pulp, los cómics y movimientos culturales como el Beat.

En ella, un gigante de hierro aterriza en nuestro planeta, tras un pequeño accidente con un generador eléctrico conoce al pequeño Hogarth Hughes, que le salva la vida, y se hacen amigos. El problema es el gran tamaño del gigante, que no pasa desapercibido, su pasión por devorar metales y la presencia de un agente federal que está investigando el caso.

Una película familiar de la Warner Bros, posiblemente la mejor del estudio, que sin descuidar a los niños ( va dirigida a ellos) moraliza sobre el armamiento de un país, sobre el miedo y la paranoia, sobre la amistad, a través de unos personajes que viven sus vidas en plena guerra fría. En esta ocasión no vienen los rusos sino un robot gigante procedente de algún lejano planeta que no recuerda su próposito en el nuestro. En esencia es un arma, un robot de guerra ( que se activa cuando se siente amenazado) pero descubre junto a Hogarth que al igual que Superman, puede decidir ayudar a la humanidad en lugar de destruirla.


Ted Hughes, el poeta inglés, escribió el relato original para consolar a sus hijos tras la muerte de su madre, y aunque el guión de Bird se aleja bastante del original, el mensaje de optimismo y el afán de superación está presente en toda la película.

Una escena muy significativa aquí.


Filmografía de Brad Bird:


Artículo de David Boscá




16 de febrero de 2010

No te niegues, dice Neil




Neil Young- Don't Be Denied (BBC4, 2008)

El año pasado de editó el documental Déjà Vú, en el cual veíamos al grupo folk-rock más grande que han parido los Estados Unidos. Y es que hablo de Crosby, Stills, Nash And Young, conocidos como CSN&Y. Supergrupo compuesto por David Crosby (ex-miembro de The Byrds), Stepthen Stils (ex-miembro de Buffalo Springfield), Graham Nash (ex-miembro de The Hollies) y Neil Young (también de los Buffalo Springfield). Todos ellos, artistas reconocidos en la explosión hippy de lo sesenta dejaron sus respectivos grupos para encontrar un sonido propio. En Lauren Canyon (L.A) coincidieron Crosby, Stills y Nash, y de esta primera formación nació su álbum homónimo en 1969. Posteriormente Stills le ofreció a su amigo Neil Young, que ya era un reconocido cantautor dentro del estilo folk-rock y con dos discos en su haber, formar parte del trío. Cuando esto ocurrió se produjo la magia y nació la leyenda con el disco Déjà Vú. Treinta nueve años después el grupo se juntó con una gira creada por el propio Neil para llamar a las conciencias de los norteamericanos y luchar juntos contra el gobierno.

¿Pero quién es realmente este Neil Young? ¿Cómo podemos conocerlo bien? ¿Por qué es tan importante? ¿Por qué es el padre del grunge? Gracias al tirón que tuvo la gira de Déjà Vú los medios se fijaron en Neil, quien nunca ha querido saber nada de ellos. Entre revistas, entrevistas, apariciones en tv y otros medios, los ingleses decidieron apostar un documental breve, de una hora, eso sí, muy intensa.


Don't Be Denied no es otra cosa que una retrospectiva de toda la carrera de Neil Young. El aspecto positivo es ver a Neil contando su historia, sus experiencias, su recorrido por el negocio musical, etc. Toda la entrevista viene respaldada por las declaraciones de amigos y compañeros de viaje, como Stephen Stills, David Crosby, y otros que paracen a lo largo del metraje apoyando los testimonios del músico según la época que recuerda. Todo ello macerado con muy buena música y con unas películas en súper-8 inéditas del propio Neil, gran aficionado al cine. Por otra parte único que echo en falta son más declaraciones y una mayor profundidad en la carrera del músico candiense. Este documental termina con la última apareción de CSN&Y en el concierto Déjà Vú, sin embargo se deja por el camino la familia, la década de los noventa (sólo cita el Harvest Moon), así como la dilatada carrera que tiene con su grupo paralelo Crazy Horse (aunque se puede complementar visionando el documental de Jim Jarmusch, The Year Of The Horse). De todas formas, este documental no tiene desperdicio, y gracias a él nos llegarán, algún día, documentales más completos. En definitiva, Don't Be Denied es altamente recomendable para fans y para aquellos que quieran saber por qué es tan grande Neil Young.

Otras películas documentales con Neil Young:

The Year Of The Horse (1997, Jim Jarmusch)
Heart Of Gold (2005, Jonathan Demme)
The Last Waltz (1978, Martin Scorsese)
Rust Never Sleeps (1979, Bernad Shakey) Neil Young firma sus películas con el seudónimo de Bernad Shakey.
CSNY / Dejà Vú (2008, Bernad Shakey)


Artículo de Rubén S. Ferrer

13 de febrero de 2010

The Black Cauldron, la película más oscura de Disney




El Caldero Negro ( en España, Tarón y el caldero mágico) es el clásico número 25 de la factoría Disney. Estrenada en los cines en 1985, fue un auténtico fiasco comercial ya que costó 44 millones de dólares ( se utilizó por primera vez el proceso APT en substituyendo el trabajo a mano de la clásica xerografía por la fotocopiadora y consiguió un Oscar por este logro ) y tan sólo recaudó 21 en la taquilla norteamericana.

Con una estética mucho más propia del cine de Ralph Bakhsi o Don Bluth ( dos años antes aparecía el arcade Dragon’s Lair) y cercana a producciones televisivas como El vuelo de los dragones (hablaremos sobre ella pronto) o Dragones y Mazmorras, Disney quiso dar un vuelco, dejar de lado sus musicales y cambiar las fábulas animales por una historía que directamente venía influenciada por los universos tolkianos del El señor de los anillos y otras aventuras de espada y brujería.


El estudio planteó una película para adolescentes y no para niños ( aparecía por primera vez en la historia de la Disney sangre en la pantalla) abriendo una herida que no se cerraría hasta cuatro años después con el éxito de un nuevo musical, La Sirenita.

En la película, Tarón, cuida animales en su granja con la ayuda del anciano Dallben, especialmente de una cerdita muy especial, Hen Wen. Un día, el anciano decide mostrar los poderes de ésta a Taron, la creación de visiones, y descubren que el mismísimo rey del mal la esta buscando para que le lleve hasta el caldero negro, capaz de devolver a la vida a los muertos con los que armar un ejercito para dominar el mundo. Se produce el secuestro y se inicia la aventura.

Aventura que no avanzará de la mano de cursis canciones sino con la partitura de Elmer Bernstein, compositor de algunas de las bandas sonoras más recordadas de todos los tiempos como Los siete magníficos, La gran evasión o El cabo del miedo.


Una verdadera lástima que no esté editada en DVD en nuestro país (sí lo estuvo en VHS), y que tengamos que comprar la edición americana (con audio en inglés y en español de súdamerica original) para poder disfrutar de este raro clásico del cine de animación.


Disfruta del arranque de la película pinchando aquí:


Aventuras animadas con caballeros, bárbaros, dragones o magos:

Merlín, el encantador (1963)
El hobbit (1977), de Jules Bass y Arthur Rankin, Jr.
El señor de los anillos (1978), de Ralph Bakshi
El retorno del rey (1980), de Jules Bass y Arthur Rankin, Jr.
El vuelo de los dragones (1982), de Jules Bass y Arthur Rankin, Jr.
El último unicornio (1982), de Jules Bass y Arthur Rankin, Jr.
Tygra, hielo y fuego (1983), de Ralph Bakshi
La espada mágica (1998), de Frederik Du Chau


Artículo de David Boscá

12 de febrero de 2010

La música de película lleva nombre de Morricone




Parece mentira, que un compositor que lleva mas de quinientos trabajos en su haber y que sus obras preceden en muchos casos, a las películas a las que pertenecen… Sólo le hayan dado un Oscar honorífico en el 2006, después de cinco nominaciones ( Malena, 2000; The Mission,1986; Bugsy, 1991; The Untouchables, 1987; Days in Heaven 1978). Parece incomprensible que alguien con tal talento le suceda algo así. Pero también le ocurrió a Hitchcock homenajeado con el premio Irving Thalverg (Un reconocimiento que se concede en al ceremonia de los Oscars para destacables de la producción cinematográfica). Así que desde estas premisas, entiendo que los Oscars castigan a los genios y como premio cinematográfico obedece a intereses de otra índole y no hacen mas que reafirmar mi convicción y la falta de fe que tengo en estos galardones. Son tantas películas las que forman parte de nuestras vidas y del imaginario colectivo, y tantas que no han sido reconocidas… Pero los Oscars, como tantos otros premios, son pasarelas y modelitos propios del espectáculo televisivo, del papel cuché y no del arte cinematográfico. Por tanto no hace honor a su verdadero menester.


Bueno volviendo a Ennio que es de quien trata este artículo… Romano de nacimiento, comenzó a introducir emociones en el cine en los años sesenta y desde entonces sigue en activo a la edad de 81 años. Es por tanto, un hombre nacido para el cine y un profeta de la música.
Las composiciones musicales que todos identificamos como el Spaghetti western (Yo lo llamo Paella Western ya que fueron rodadas en España), llevan su nombre como la llamada Trilogía del Dollar: Per un pugno di dollari (Por un puñado de dólares), Il buono, il brutto il cattivo (El bueno, el feo y el malo), Per qualche dollari in più (La muerte tenía un precio). Pero particularmente y como cresta del género… C’era una volta in west (Hasta que llegó su hora) con su fantástico tema: “The man with the harmonica”. Todas ellas, obras firmadas por Sergio Leone quien junto a Morricone trabajaría en casi todos sus largometrajes.

Este genial compositor, encuentra musas fuera de la ortodoxia instrumental o fuera de las tradicionales orquestas. Entendemos que justifica estos instrumentos atípicos con la historia y la trama. Como por ejemplo en “una de vaqueros” como Il bouno, il brutto, il cattivo, donde se interpretan: tambores, silbidos, una harmónica un flauta india, coros, una orquesta e incluso ¡una guitarra eléctrica!(algo que semióticamente se entiende como un invento propiamente americano)!. Todos estos instrumentos hacen alguna alusión al mundo del salvaje oeste o a los Estados Unidos en alguna de sus formas. Sin embargo, Morricone los fusiona y marca su propio estilo.


En el caso de la música de The Mission, sucede lo mismo. Por ejemplo en el tema de “On Earth as it is in heaven”. Tímbales, un coro y un clavicordio al más puro estilo neoclásico, el oboe de Gabriel (uno de los personajes de la historia), etc. Todos estos sonidos te están hablando implícitamente al oído y te dicen cual es su papel y qué pintan en la película.
Aunque obviamente marcó un precedente para sus colegas, su obra no se reduce sólo a la experimentación instrumental, y su justificación con la historia, ya que va mucho más allá. ¿Quién no ha escuchado alguna vez las melodías de Cinema Paradiso, Unce upon in America (Érase una vez en America), The Untouchables (Los intocables), Lolita (La adaptación de Adrian Lyne 1998), Ripley’s game (El juego de Ripley)? En las melodías juega con la emoción, la nostalgia, la tristeza, la alegría, la ensoñación que crean los instrumentos junto con los compases, ritmos y notas. No hay nada de nuevo en ello, ya que es lo que han hecho todos los compositores del cine, pero Morricone tiene el don de los japoneses… Lo asimila y lo mejora porque si cambia un solo compás, ritmo o alguna nota de las melodías de las películas anteriormente nombradas, la producción entera bajarían un peldaño de calidad aunque sea difícil de creer.


Me atrevo a decir que los grandes directores del cine han tenido la suerte de trabajar con él y viceversa, como: Pier Paolo Pasolini, Federico Fellini, Giuseppe Tornatore, Sergio Leone, Lucchino Visconti, Gilo Pontecorvo, Vittorio De Sica, Bernardo Bertolucci, Marco Bellochio, Tinto Brass, John Huston, Buñuel, John Carpenter, Brian de Palma, Oliver Stone y Quentin Tarantino entre otros.
Desde aquí quiero rendir homenaje a un compositor que me emociona particularmente y supongo que colectivamente porque gracias a él sigo admirando el cine como un niño: como arte… como magia.

Escucha Cinema Paradiso aquí


Artículo de Pepo Ruiz

11 de febrero de 2010

¿Sueñan los cylones con ovejas eléctricas?




Battlestar Galactica (2003) escrita por Ronald D. Moore, y con un reparto coral encabezado por Edward James Olmos (Blade Runner), es la ciencia-ficción más adulta que ha surgido alguna vez de la televisión.

Para situarnos en antecedentes, Battlestar Galactica fue primero una simpática serie de televisión creada por Glen A. Larson en 1978. Constaba de una única temporada repleta de aventuras espaciales, y de la que surgió un horrendo sub-producto que pretendía ser una segunda temporada titulada Galactica 1980 pero que no tuvo nada que ver con el espíritu del original, y que tanto los involucrados como los seguidores tacharon de apócrifa.

Tras un vano intento en 1999 de Richard Hatch (el Apollo de la serie original) por recuperar la franquicia, y tratando de otorgarle un tono más serio en Battlestar Galactica: The second coming mediante un trailer como avance de lo que podría haber llegado a ser la verdadera secuela de Battlestar Galactica, no fue hasta el año 2003 en que Ronald D. Moore nos ofreció un remake, reinventando todo lo creado anteriormente, y empezando de cero partiendo de la misma premisa original.


Battlestar Galactica (2003) empezó como una excelente miniserie de tres horas de duración, a la que le siguió una también fantástica serie regular de cuatro temporadas redondas, con películas entre temporadas y mini-episodios para internet incluidos.

El parecido con la serie original era puramente anecdótico. Estaba la nave Galactica, estaban Apollo y Starbuck (este último ahora interpretado por una mujer, pero conservando la misma personalidad), también el comandante Adama, los cylones, y hasta el traidor Baltar, pero todo era distinto. El tono era mucho más oscuro y siniestro, y notablemente más dramático. Ahora la tensión era constante, y la lucha por la supervivencia era verdaderamente dura y despiadada.

Ni la música, ni la fotografía, ni la dirección tenían algo que ver con el original. El estilo era claramente superior y acertado para lo que Ronald D. Moore tenía en mente.


Después de haber visto la obra completa y pudiendo valorar el conjunto, puedo decir que la nueva Galactica es ciencia-ficción pura, dura e inteligente, dotada de un espíritu de heroísmo y sacrificio intachable donde, al final, todo se resume en la supervivencia, tanto de humanos como de máquinas.

Todos quieren seguir existiendo, como anhelaba el Nexus 6 interpretado por Rutger Hauer en Blade Runner con su frase sentencia: “Quiero vivir más, padre”, y de la cual aquí hay ecos en los nuevos cylones con aspecto humano, que bien podrían pasar por los replicantes de aquella película.

Estos nuevos cylones dan tanto juego que provocan una gran tensión entre la tripulación cuando se descubre la infiltración de varias de estas “tostadoras” andantes, generando desconfianza y paranoia entre la tripulación, como ocurría en La cosa de John Carpenter, de manera que tenemos conspiraciones, tanto de los cylones infiltrados como de los propios humanos intentando hacerse con el poder.


No hay maniqueísmo en la nueva Galáctica,ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos (sin quitarles mérito a su maldad, puesto que aniquilan a casi la totalidad de la población de doce colonias planetarias).

Un claro ejemplo lo tenemos en uno de los más grandes personajes de la serie, el Doctor Gaius Baltar (interpretado por James Callis), porque mientras que en la serie antigua era un hombre malvado y un traidor a conciencia que tan sólo ambicionaba el poder, aquí Baltar es un personaje complejo, que tan sólo trata de sobrevivir entre todo el caos en el que se encuentra, aliándose con quien mejor le convenga en el momento más oportuno, y que tiene visiones de una cylon con aspecto humano (Seis, interpretada por Tricia Helfer), rubia, bellísima y exuberante, con la que discute lo que ocurre a su alrededor, otorgando a los momentos entre ambos unas ciertas dosis de humor debido a lo surrealista de la situación. Y a fe que sobrevive este pobre diablo con suerte…

Además del tono militar, la serie gira en torno a temas religiosos, políticos y por supuesto metafísicos.


Los humanos de las colonias rinden culto a los dioses de Kobol, siguen las profecías que pueden llevarles a la Tierra, mientras que los cylones no sólo toman consciencia de sí mismos, sino que además creen en un dios único y verdadero, en contraste con los dioses de Kobol. Se rebelan contra sus creadores humanos, conscientes de que la única vía para vivir en paz pasa por su total exterminio.


Para ver la cabecera de inicio haz click aquí


En busca de analogías:

Solaris (1972), de Andrei Tarkovksy
Blade Runner (1982), de Ridley Scott
Starship troopers: Las brigadas del espacio (1997), de Paul Verhoeven
Neon Genesis Evangelion (1995) (TV), de Hideaki Anno
Firefly (2002) (TV), de Joss Whedon
Yo, robot (2004), de Alex Proyas
Terminator Salvation (2009), de McG


Artículo de David Tarrazona

10 de febrero de 2010

Con Mary and Max la plastilina se hizo arte




¿Cómo se puede confiar en una academia que nunca premió a genios como Stanley Kubrick, Charles Chaplin, Howard Hawks o Ennio Morricone? No me valen los premios honoríficos y no me vale que una película como Mary and Max, del australiano Adam Elliot, no esté en la ceremonia de este año peleando ( si hubiera todavía alguna opción) la estatuilla a la también fabulosa Up.

Porque Mary and Max no es una película de animación cualquiera y es quizá por eso, por el hecho de que no se ajusta a un público infantil que no reciba su merecida recompensa.


Cuenta la historia de dos personajes muy diferentes pero iguales al mismo tiempo, Mary, una imaginativa niña australiana de madre alcohólica residente en Melbourne y Max, un peculiar, solitario y maniático viejete que vive en Nueva York. Un día Mary, en busca de algún amigo, decide enviar una carta al azar al primer nombre que encuentra en la guía telefónica de Nueva York: Max Horowitz, y así es como se inicia una bonita y duradera relación de amistad por correspondencia.

A través de unas divertidas y en ocasiones negras cartas, ambos van abriendo su corazón y contándose el uno al otro lo que es la soledad o intentando explicar el mundo que les rodea mediante una omnipresente voz en off ( Philip Seymour Hoffman y Toni Collette en el original). Ahora bien, ¿Cómo explica la realidad un viejo con el síndrome de Asperger, que tiene que ayudarse de dibujos para identificar si una persona está triste o contenta? O ¿Cómo lo hace una niña de 8 que piensa que los bebés australianos nacen en las jarras de cerveza?


Viendo Mary and Max uno se pregunta como puede algo tan inocente como la plastilina emocionar de esa forma, atacar tan duramente a los sentimientos incluso hasta la lágrima y al mismo tiempo robar unas cuantas risas, que luchan por salir de forma contenida. La película te agarra y no te suelta en un tiempo…

Sí, son personajes un tanto extremos, sí, sus vidas son duras, al fin y al cabo infelices, pero comparten con nosotros la esencia de la amistad, el sentimiento de unidad y satisfacción, que por desgracia vamos perdiendo en esta sociedad tan deshumanizada.

Para ver el trailer en la lengua de Shakespeare, haz click aquí.

Otras películas para niños de más de 18 años:

Fritz el gato (1972) de Ralph Bakshi
Heavy Metal (1981), de Gerald Potterton
Akira (1988), de Katsuhiro Ôtomo
South park: Más grande, más largo y sin cortes(1999), de Trey Parker
Waking Life (2001), de Richard Linklater
A scanner darkly (2006), de Richard Linklater
Persépolis (2007), de V.Paronnaud y M.Satrapi
Vals con Bashir (2008), de Ari Folman


Artículo de David Boscá