11 de febrero de 2010

¿Sueñan los cylones con ovejas eléctricas?




Battlestar Galactica (2003) escrita por Ronald D. Moore, y con un reparto coral encabezado por Edward James Olmos (Blade Runner), es la ciencia-ficción más adulta que ha surgido alguna vez de la televisión.

Para situarnos en antecedentes, Battlestar Galactica fue primero una simpática serie de televisión creada por Glen A. Larson en 1978. Constaba de una única temporada repleta de aventuras espaciales, y de la que surgió un horrendo sub-producto que pretendía ser una segunda temporada titulada Galactica 1980 pero que no tuvo nada que ver con el espíritu del original, y que tanto los involucrados como los seguidores tacharon de apócrifa.

Tras un vano intento en 1999 de Richard Hatch (el Apollo de la serie original) por recuperar la franquicia, y tratando de otorgarle un tono más serio en Battlestar Galactica: The second coming mediante un trailer como avance de lo que podría haber llegado a ser la verdadera secuela de Battlestar Galactica, no fue hasta el año 2003 en que Ronald D. Moore nos ofreció un remake, reinventando todo lo creado anteriormente, y empezando de cero partiendo de la misma premisa original.


Battlestar Galactica (2003) empezó como una excelente miniserie de tres horas de duración, a la que le siguió una también fantástica serie regular de cuatro temporadas redondas, con películas entre temporadas y mini-episodios para internet incluidos.

El parecido con la serie original era puramente anecdótico. Estaba la nave Galactica, estaban Apollo y Starbuck (este último ahora interpretado por una mujer, pero conservando la misma personalidad), también el comandante Adama, los cylones, y hasta el traidor Baltar, pero todo era distinto. El tono era mucho más oscuro y siniestro, y notablemente más dramático. Ahora la tensión era constante, y la lucha por la supervivencia era verdaderamente dura y despiadada.

Ni la música, ni la fotografía, ni la dirección tenían algo que ver con el original. El estilo era claramente superior y acertado para lo que Ronald D. Moore tenía en mente.


Después de haber visto la obra completa y pudiendo valorar el conjunto, puedo decir que la nueva Galactica es ciencia-ficción pura, dura e inteligente, dotada de un espíritu de heroísmo y sacrificio intachable donde, al final, todo se resume en la supervivencia, tanto de humanos como de máquinas.

Todos quieren seguir existiendo, como anhelaba el Nexus 6 interpretado por Rutger Hauer en Blade Runner con su frase sentencia: “Quiero vivir más, padre”, y de la cual aquí hay ecos en los nuevos cylones con aspecto humano, que bien podrían pasar por los replicantes de aquella película.

Estos nuevos cylones dan tanto juego que provocan una gran tensión entre la tripulación cuando se descubre la infiltración de varias de estas “tostadoras” andantes, generando desconfianza y paranoia entre la tripulación, como ocurría en La cosa de John Carpenter, de manera que tenemos conspiraciones, tanto de los cylones infiltrados como de los propios humanos intentando hacerse con el poder.


No hay maniqueísmo en la nueva Galáctica,ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos (sin quitarles mérito a su maldad, puesto que aniquilan a casi la totalidad de la población de doce colonias planetarias).

Un claro ejemplo lo tenemos en uno de los más grandes personajes de la serie, el Doctor Gaius Baltar (interpretado por James Callis), porque mientras que en la serie antigua era un hombre malvado y un traidor a conciencia que tan sólo ambicionaba el poder, aquí Baltar es un personaje complejo, que tan sólo trata de sobrevivir entre todo el caos en el que se encuentra, aliándose con quien mejor le convenga en el momento más oportuno, y que tiene visiones de una cylon con aspecto humano (Seis, interpretada por Tricia Helfer), rubia, bellísima y exuberante, con la que discute lo que ocurre a su alrededor, otorgando a los momentos entre ambos unas ciertas dosis de humor debido a lo surrealista de la situación. Y a fe que sobrevive este pobre diablo con suerte…

Además del tono militar, la serie gira en torno a temas religiosos, políticos y por supuesto metafísicos.


Los humanos de las colonias rinden culto a los dioses de Kobol, siguen las profecías que pueden llevarles a la Tierra, mientras que los cylones no sólo toman consciencia de sí mismos, sino que además creen en un dios único y verdadero, en contraste con los dioses de Kobol. Se rebelan contra sus creadores humanos, conscientes de que la única vía para vivir en paz pasa por su total exterminio.


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En busca de analogías:

Solaris (1972), de Andrei Tarkovksy
Blade Runner (1982), de Ridley Scott
Starship troopers: Las brigadas del espacio (1997), de Paul Verhoeven
Neon Genesis Evangelion (1995) (TV), de Hideaki Anno
Firefly (2002) (TV), de Joss Whedon
Yo, robot (2004), de Alex Proyas
Terminator Salvation (2009), de McG


Artículo de David Tarrazona

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