22 de febrero de 2010

Oscar 2010 Avatar: La evasión de Avatar




La Cara B

En un programa de televisión el sexagenario director italo-americano, Martin Scorsese, comentaba que Avatar, el último film dirigido por James Cameron, había cambiado el modo de ver el cine. Esto era bueno pero podía poner en peligro que las generaciones de cineastas y público en general perdieran de vista el cine clásico, el cine que no cuenta con tantos millones para contar buenas historias.

El comentario de Scorsese me hizo recordar algunos acontecimientos que fortalecieron el criterio de cine como mero espectáculo, y de que en el fondo mucha gente empezó a verlo como industria. Corrían los años de la Gran Depresión cuando la Universal decidió crear una serie de personajes que ayudarían a la gente a salir de la realidad, a esconderse en las salas de cine donde el paro, el miedo, y la incertidumbre poco tenían de verídicas. Hablo de los Monstruos de la Universal. El primero que inundó la pantalla fue Frankenstein, y más tarde vendrían Dracula, el Hombre Lobo, el monstruo de la laguna negra, y muchos más; generando un circo de criaturas feroces e infernales cuya única función era la de entretener. La evasión estaba servida, y el negocio asegurado. La Universal consiguió beneficiarse con aquella situación sin pensarlo demasiado; la gente lo único que necesitaba era evasión, aunque se gastaran en ella los pocos dólares que tenían en el bolsillo.


Setenta y nueve años después de aquel estreno vivimos una situación muy similar. Los políticos y gobernantes de los distintos países ya no piensan en nosotros, por lo que nos sentimos desamparados ideológicamente hablando. La crisis, creada por los que se encuentran en las cúpulas más altas, ha hecho que vivamos una situación inestable, controvertida y con unas perspectivas inciertas. Todo necesita un cambio, y nuestro medio de expresión, el cine, lo ha encontrado en el 3D. Al igual que ocurrió en 1931 con Frankenstein, la gente está yendo al cine en busca de nuevas experiencias audiovisuales que le distancien de la realidad, aunque no tengan trabajo, aunque el paro se les esté apunto de terminar, y aunque la entrada del cine que le permita ver la proyección en 3D de la copia en alta definición cueste lo mismo de una cena. Los espectadores encuentran el dinero necesario para escapar de esta realidad. No hay más que ver los números de Avatar. ¿Ha batido su record? ¿Ha recaudado más que Lo que el viento se llevó? ¿Y qué más da si lo que ha hechoAvatar es crear un antes y después en la Historia de cine?
Yo fui uno de esos que corrió para ver Avatar, quería comprobar en mis retinas porque se producía este cambio. Lo hice, y los primeros comentarios fueron positivos. Aquel film, dirigido por el hombre que creó Terminator, me sorprendió tanto que mi juicio había quedado “avatarizado”. Sin embargo ha pasado el tiempo, mi mente se ha desapasionado y mi juicio ha vuelto a ser el que era. ¿Es Avatar tan importante? Desde luego que no. ¿Pero ha marcando un antes y después? Puede, pero las películas en 3D llevan haciéndose mucho tiempo, tampoco es nada nuevo.


Sobre Avatar hay mucho escrito, demasiado, por lo que incidiré directamente en aquellos aspectos que más me han llamado la atención. Como persona que trabaja en el sector creo que Avatar a nivel narrativo es una de las peores películas que me he encontrado. Su historia, repetida hasta la saciedad en obras cinematográficas y literarias, por citar algunas conocidas como Pocahontas, El último mohicano, Parque Jurásico, todas ellas lejanas del film de Cameron, pero a la vez muy cercanas. Quizás de quien más cerca esté es la novela corta Call Me Joe, de Poul Anderson. En este texto el protagonista, un parapléjico, que a través de métodos de ciencia futura, consigue contactar con un ser de vida artificial creado precisamente para colonizar Júpiter. Si esto es casualidad que se lo digan a los millones de fans que quieren que se reconozca Avatar como un historia “basada en...”. Es el guión donde vemos el pie del que cojea Avatar, una sencilla historia, prendada de filosofía New Age muy simplificada, que no busca contar nada sino cómo contarlo. ¿Esto es cine? Me defrauda y entristece ver como la historia ha quedado totalmente relegada a la producción y la tecnología. Personajes planos, sin una historia con garra que nos atrape desde el principio, y situaciones simplonas; no se necesita nada más. El resto es disfrute visual, ciencia ficción barata.

El punto fuerte, pero no tanto, del film de Cameron es el uso de la tecnología, sobre lo que hay mucho escrito en la red. Sin embargo el 3D de Avatar no está explotado todo lo que debería. La profundidad de campo de sus escenas es espectacular pero la proximidad de los objetos y las escenas de acción quedan bajo el yugo de la alta calidad. Pocas son las secuencias en las que las tres dimensiones nos atrapan y nos provocan esas sensaciones que vértigo que anhelamos desde que compramos la entrada. Cámaras de alta definición, render en tiempo real, tecnología creada a propósito. Todo hecho para lucir, enseñar, mostrar, entretener, sumergir al espectador en un sueño para que se evada por completo. A través del avatar, en el que entramos usando el 3D en el plano real, conseguimos viajar a Pandora, vivir una aventura fantástica y después volver a nuestra casa con la sensación de pensar “otro mundo es posible, algún día”.


Avatar ha conseguido cambiar el destino del cine, pero no del todo. Sólo se ha hecho con la mitad de su propósito. El rey del mundo no es rey sino uno de sus nobles. Y el destino sigue tan incierto como lo es el uso del 3D en el cine. ¿Durante cuánto tiempo seguirán haciendo películas en este sistema? Ya se han cerrado varias producciones millonarias para hacer cine en 3D, incluso Peter Jackson va a reestrenar su trilogía de Tolkien con esta nueva tecnología. ¿Con qué propósito? ¿Recaudar más dinero o darnos satisfacción para que no nos demos cuenta de lo que pasa?

Y me pregunto ¿dónde queda el cine en todo esto? ¿Dónde están las películas clásicas? ¿Dónde está el cine de autor, ese de poco dinero con un buen guión? ¿Y las historias que nos llegan al alma? ¿Y los recursos narrativos como el tiempo, el montaje? ¿Qué pasará con el cine? ¿Ahora todo será Avatar? ¿Todo entretenimiento?.


Artículo de Rubén S. Ferrer

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