2 de febrero de 2010

El cine de animación de Bruno Bozzetto




Los años 60 fueron unos años magníficos para la cultura y el arte en general, y para la animación en particular. Mientras en Estados Unidos Walt Disney nos regalaba tres joyas de la animación universal, 101 Dálmatas (1961), Merlín el encantador (1963) y El libro de la selva (1967), y el dueto Hanna-Barbera hacía historia en el mundo de la televisión animada, en Europa se experimentaban interesantes propuestas como el Yellow Submarine (1968) de George Dunning o los cortometrajes de Jan Švankmajer, que influenciarían a tantos cineastas posteriores.

Uno de los grandes genios vivos de la animación europea, es sin duda el italiano Bruno Bozzetto, muy conocido en Italia especialmente por su personaje más famoso, el señor Rossi.



Además de los numerosísimos cortometrajes, que arrancan en el año 58, la mayoría de ellos en artesana animación tradicional pero sin descuidar los nuevos formatos, siendo uno de los pioneros de la animación con Flash en Europa, dejó para la historia tres fantásticas películas, que para muchos de nosotros forman parte de nuestra infancia: West and Soda ( o Johnny y Clementina en el Oeste, 1965), Vip, il mio fratello superuomo ( o Mi hermano el Vip, 1968) y la galardonada Allegro non troppo (No demasiado alegre, 1977).

La primera, West and Soda, es un claro homenaje al spaguetti western, tanto en la forma como en el fondo, impregnada de ese humor tan característico de Bozzetto (a veces políticamente incorrecto) que, a menudo, juega con el sonido, tamaño y la sencillez del motivo en el plano (tan característico del animador en trabajos posteriores) para sacarnos alguna que otra sonrisa.



La siguiente película, Mi hermano el Vip, mucho más compleja que la anterior, hacía un guiño en este caso al cine de superhéroes, tan recurrente en los años 60, y de paso, servía de excusa para analizar el creciente capitalismo en la sociedad italiana, el consumismo y el poder de la publicidad ( la antagonista, Happy Betty, dueña de una cadena de supermercados, fabrica unos misiles cerebrales para convertir al resto de la humanidad en autómatas que consumirían sus productos).


Por último, Allegro non troppo, posiblemente su mejor película, y al igual que Fantasía, de Walt Disney, utiliza la música clásica como hilo conductor de varias piezas animadas que hablan sobre la deshumanización, la soledad o la excesiva urbanización. Los segmentos de animación ( intercaladas con live action), incluyen música de Debussy, Dvorak, Ravel, Sibelius, Vivaldi y Stravinsky.


Las películas:

West and soda, 1965
Vip, mio fratello superuomo, 1968
Allegro non troppo, 1977

Artículo de David Boscá

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