18 de febrero de 2010

Oscar 2010: District 9 y el apartheid marciano




Súdafrica vive ya casi 30 años con la compañía de una nave alienígena que se detuvo en el cielo a escasos metros de la ciudad. Todos sus tripulantes fueron distribuidos en el llamado Distrito 9, un mísero barrio de las afueras de la ciudad donde malviven los extraterrestres. La MNU, una corporación designada por la ONU para el cuidado de estos habitantes, pretende reubicarlos en una zona mejor, pero bajo este plan se esconden sus verdaderas intenciones, hacerse con la potente tecnología militar de los visitantes.

Hasta 1994, los ciudadanos sudafricanos de raza blanca, y esto no es ficción, no tenían derecho a voto, simplemente por el color de su piel. No sería descabellado pensar que ante una situación como la que plantea la película de Blomkamp el ser humano, tan cruel y me atrevería a decir que xenófobo por naturaleza (aunque esto cambie lentamente) se comportaría de la misma forma. Por miedo, por egoismo o simplemente por ignorancia.





De la mano de Peter Jackson, el realizador sudafricano Neill Blomkamp desarrolla esta idea y lo hace de una forma muy inteligente. Especialista en efectos especiales ( es el autor del anuncio del C4 bailarín o responsable de efectos en la serie Stargate SG1) consigue brillantemente integrarlos en una película que avanza bajo la forma de falso documental.

No es la primera vez que se cambian los papeles y el espectador se identifica con los extraterrestres (quién no lo hizo con ET) o que convivimos con ellos ( Alien Nación o La invasión de los ladrones de cuerpos), pero aquí el protagonista, a diferencia de las anteriores es un anti-héroe, el antagonista es la propia humanidad, y la motivación es conseguir reparar la nave y escapar de este planeta tan hostil.
Un protagonista cobarde, funcionario del gobierno que se ve perseguido por su gente al convertirse en la clave para la utilización del tecnología, y no duda en hacer cualquier cosa con tal de sobrevivir.

Al sustituir a los “apartados” por seres de otros planetas, Blomkamp tiene vía libre para mostrar el lado (irónicamente) más monstruoso del ser humano que humilla y maltrata a otros ciudadanos para después compadecerse hipócritamente.


District 9 no es demagogia sino lo contrario, una buena y entretenida película de ciencia-ficción que utiliza las armas del documental y un reciente pasado histórico para hacerla todavía más dura y compleja, y esto es lo que más valoro del film neozelandés, que reme frente a viento y marea con un "modesto" presupuesto de 30 millones de dólares (Independence Day costó 817 millones hace 14 años) con la creatividad y talento por bandera y se permita reflexionar sobre temas tan polémicos como la marginación social, la privatización de las empresas o el corporativismo.


Artículo de David Boscá

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