24 de febrero de 2010

Herzog visita la Antártida




Si vemos la filmografía del director alemán nos daremos cuenta de que es un todo terreno. Con sus 67 años este hombre nacido en las montañas de Baviera ha hecho de todo: cortometrajes y largometrajes de ficción, documentales, ópera, interpretación, guiones, etc. Tras repasar toda su formación me doy cuenta de lo importante que es la mirada de este hombre, y de cómo consigue transmitirla en todas sus producciones. Por este motivo no me sorprendió nada encontrarme que Herzog había hecho un documental sobre la Antártida. ¿De qué hablará? ¿Pingüinos, focas, icebergs? Las dudas me asaltaban conforme recordaba el documental Grizzly Man, su personal mirada sobre un hombre que entregó su vida por hacer aquello que más le gustaba, convivir con los osos pardos.

El documental de Herzog, narrado con fuerza y lirismo, y con una fotografía soberbia, arranca con unas imágenes espectaculares en las que vemos los fondos marinos del continente. Enormes y extrañas formas caprichosas que crea el hielo congelado de la superficie, de tonos azules a amarillos, acompañados por una preciosa melodía coral. Cuando ya estamos totalmente subyugados al poder de estas imágenes entra la voz del creador, Herzog. El director explicada el motivo por el cuál decidió volcarse en un proyecto de estas características, y es más, le dejó bien claro la productora que no pensaba hacer un documental científico, y que desde luego no hablaría de pingüinos. Así es como el director alemán nos muestra la Antártida, como un conjunto de pequeñas estaciones habitadas por científicos con unas vidas extrañas y muy peculiares.


Herzog (director y técnico de sonido) y Peter Zeitlinger (director de sonido) llegan a la estación McNurdo, centro neurálgico de la Antártida. Allí es donde el realizador retrata la vida en el campamento; entrevista a conductores, científicos, cocineros, etc. Sin embargo a Herzog no le gusta pasar el tiempo en el campamento porque está civilizada, así que cuando puede huye y si marcha a conocer las vidas de los científicos que están en otras estaciones. Es en su recorrido cuando visita a zoólogos, vulcanistas, físicos y biólogos, cada uno de ellos con unas historias mínimas y poderosas. Quizá la más impactante ocurre cuando se entrevista con David Ainley, experto en pingüinos. A la pregunta de que si estas aves conocen la locura el especialista contesta que ha visto comportamientos extraños, como que un pingüino, con el excelente sentido de la orientación que tiene, decida abandonar la manada y adentrarse sólo en el continente. Y esto es lo que ocurre. La cámara de Zeitlinger graba a un pingüino que deja la manada y que, sólo (ya que por normativa se prohibe tocar a estas aves), camina hacia las montañas, donde encontrará una muerte segura. Herzog queda impresionado, al igual que le sucede al espectador a lo largo de los 100 minutos que dura la película.

Encounters at the end of the world es un documental atípico porque es científico a la par que antropológico, nos muestra la diversidad biológica pero a través de las personas que la estudian. En definitiva, Herzog no sólo nos habla de la Antártida y se de su hábitat, sino que nos muestra a las personas que han decidido renunciar a su vida en la sociedad para alejarse y encontrarse con otros seres humanos en el fin del mundo.

Otros documentales de Herzog:

The White Diamond (2004)

Artículo de Rubén S. Ferrer

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