
Exterior. Mansión Inglesa. Día
Travelling. Una niebla muy espesa imposibilita la visión del espectador. Lentamente empieza disiparte. Redobles, percusión. La niebla describe movimientos ascendentes y descendentes mientras se perfila de fondo una estructura. Suenan violines puntados. Atravesamos el banco de niebla y distinguimos un edificio. Se trata de una mansión de la campiña inglesa. Hecha de piedra y con una clara influencia gótica. Está abandonada. Las vidrieras de sus ventanas son opacas y las enredaderas cubren gran parte de la fachada. La cámara sigue acercándose lo suficiente como para distinguir dentro de la casa, tras una ventana, la figura de una niño, de tez blanca y cabellos rubios, vestido con pequeño traje inglés tweed de principios del siglo XX. El niño habla, dice cosas, mueve la boca y de repente empieza a hablar más alto, aunque el espectador no le escucha. La música incrementa su intensidad. Violines, trompas y percusión. El niño pone la mano en la ventana y su expresión se vuelve triste. Lentamente desaparece.
Fundimos a negro.
Título de la película: LA MANSIÓN MALDITA
Este podría ser perfectamente el arranque de una película inglesa de los años setenta. Una película de terror y que podríamos encasillar en un subgénero que nació con el cine, las casas encantadas.

Corría 1999 cuando fui al cine a ver la versión de Da Bont. Al descubrir que se trataba de un remake intenté hacerme con la película original, que encontré en la biblioteca de mi ciudad. Lo primero que me llamó la atención fue que Robert Wise, el mismo que había dirigido Sonrisas y Lágrimas, y West Side Story, dos musicales que han quedado en los anales de la historia del cine, se había atrevido con una película de terror (más tarde descubriría que este hombre trabajaba todos los géneros).
La película, basada en la novela de Shirley Jackson (1959) The Haunting Hill House, cuenta el experimento del profesor Markway (Richard Johnson), interesado en el terror que siente el ser humano, decide pasar unos días en una supuesta mansión encantada. Empecinado en demostrar que sus estudios son fiables recluta a una serie de voluntarios entre los que se encuentran Eleonor, Theo y Luke. Pero cada uno de ellos no han sido elegidos arbitrariamente, sino de manera concienzuda. Luke(Russ Tamblyn) es el heredero de la mansión, una especie de “Juan sin miedo”, Theo (Claire Bloom) es una mujer hermosa y segura de si misma, mientras que Eleonor (Julie Harris) es todo lo contrario que los otros personajes, una mujer insegura, maltratada psicológicamente, fantasiosa y solitaria. Es el personaje del profesor Markway quien aglutina estos personajes tan dispares psicológicamente y los analiza en un caldo de cultivo propenso al terror y la fantasía. Será finalmente la pobre Eleonor quien descubrirá que la mansión tiene algo más, un ser que la llama y que exige un sacrificio. ¿Pero esto es así? ¿Por qué es Eleanor la única que acude a su llamada? ¿Quizá es más sensible que el resto? ¿Quizá su fallecida madre y su predisposición por la muerte han ampliado sus horizontes percetuales?
En 1999 el remake de De Bont llamó mucho la atención de los medios. La película interpretada por Liam Nesson en el papel del profesor, Catherine Zeta-Jones en el de Theo, Owen Wilson como Luke, y Lili Taylor, cuenta exactamente la misma historia, sin embargo carece de todos los recursos que hace la versión de Wise una auténtica obra de arte. Como película taquillera que pretendía ser se alejó de la psicología de los personajes, mostrando sus miedos de manera abierta. Conocemos desde los primeros planos los ruidos que angustian a Eleonor, la bisexualildad de Theo, el pijismo de Luke y la obsesión de Narrow. Tras descubrir a los personajes, Da Bont nos enseña la casa, con un diseño de producción digno de Dreamworks, y con unos efectos CGI de gran presupuesto para su momento.

Próximamente: Especial casas encantadas.
Artículo de Rubén S. Ferrer
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