16 de enero de 2010

El vampiro en el cine II: De The Last Man on Earth a Luna Nueva




A diferencia de la etapa anterior, claramente dividida en ciclos marcados por el trabajo de dos grandes estudios, Universal y la Hammer, en este periodo no resulta tan sencillo establecer nexos comunes entre las numerosas producciones vampíricas.

La adaptación, tanto de la novela como del cómic es una vez más la principal fuente de inspiración para la elaboración del relato cinematográfico. Dos novelas acapararán un buen número de producciones, por una parte, la eterna Drácula de Bram Stoker, que derivará en películas como el remake de W. Herzog al Nosferatu de Murnau (1979), el desconocido pero interesante Drácula de John Badham (1979), la versión oficial de la novela a manos de Coppola, Drácula de Bram Stoker (1992), la parodia a las películas del género a manos de Mel Brooks con su Dracula: Dead and loving it (1995) u otras versiones muchísimo más libres y poco interesantes como Drácula 2000, de P. Lussier, J. Musker o Van Helsing (2004), fallido spin-off cinematográfico basado en el personaje de la novela de Stoker.


Por otra parte la interesantísima novela Soy leyenda del genial Richard Matheson, que al menos cuenta con cuatro adaptaciones: The last man on earth (1964), de S. Salkow y U. Ragona, protagonizada por Vincent Price, El último hombre vivo (1971), de Boris Sagal (con mutantes albinos en lugar de vampiros), Soy leyenda (2007) de Francis Lawrence y su lamentable copia de bajo presupuesto Soy Omega (2007) de G. Furst.

No podemos olvidar otras adaptaciones como la cautivadora Entrevista con el Vampiro (1994) de Neil Jordan, en este caso de la novela de Anne Rice, a la que siguió La reina de los condenados (2002), de Michael Rymer, ni por supuesto la saga crepuscular de Stephanie Meyer, que ya cuenta con dos adaptaciones Crépusculo (2008), de Catherine Hardwicke y Luna nueva (2009) de Chris Weitz con fotografía a manos de Javier Aguirresarobe.



El cómic, tan fructífero en el cine de superhéroes, también aportó su granito de arena al género vampírico con películas como Blade (1998) de Stephen Norrington, adaptando al personaje de la Marvel hasta en tres ocasiones ( Blade 2, de Guillermo del Toro, 2002 y Blade Trinity, de David S. Goyer, 2004) o la reciente 30 días de noche (2007) de David Slade, basado en la seductora novela gráfica de Steve Niles y Ben Templesmith.

Sería imposible citar todas las producciones de los últimos años, pero no se pueden pasar por alto filmes como Martin, de George A. Romero (1977), El Ansia, de Tony Scott (1983), la entretenida Noche de miedo, de Tom Holland (1985), Vamp, de Richard Wenk (1986), Jóvenes Ocultos, de Joel Schumacher (1987), Abierto hasta el amanecer, del tándem Tarantino-Rodríguez (1995), Vampiros de John Carpenter (1998), la interesante La sombra del Vampiro, de E. Elias Merhige (2000), un “what if” sobre la posibilidad de que Max Schreck (protagonista de Nosferatu) fuera realmente un vampiro o la saga Underworld convertida, hasta el momento, en trilogía.

La semana que viene El vampiro en el cine III: mordiscos europeos.


Sólo para los más frikis:

Fuerza Vital, 1985, de Tobe Hooper
Jesucristo Cazavampiros,de Lee Demarbre, 2001
Drácula 3000,de Darrell James Roodt, 2004


Artículo de
David Boscá

14 de enero de 2010

Moore y la sanidad norteamericana



Sicko es el penúltimo documental que ha realizado el polémico, encantador y regordete Michael Moore. Tras destapar la realidad de la educación, la guerra, el gobierno y las grandes empresas, ahora hace lo mismo con el sistema sanitario norteamericano. Y es que, con razón, le tenía que llegar al momento.

SINOPSIS: Michael Moore vuelve a la carga con un documental que denuncia el sistema sanitario norteamericano; un sistema que, al no existir la sanidad universal, excluye a 50 millones de norteamericanos (que, o bien no tienen seguro de salud privado, o no pueden pagárselo) y que se basa en compañías privadas que buscan principalmente beneficios económicos y en aseguradoras que pagan bonos a los empleados que más rentabilidad les proporcionan al denegar prestaciones y reclamaciones a los asegurados. (FILMAFFINITY)

De Sicko me gustaría destacar como arranca. El narrador, Moore, empieza presentándonos a varios testigos que han sufrido y han sido víctimas del sistema sanitario: un hombre que por no tener seguro se da él mismo unos puntos de sutura, un señor que en un accidente pierde dos falanges de los dedos y por no poder pagar la cirujía de los dos dedos decide sólo operarse de uno. A partir de esta presentación el realizador engancha por completo al espectador intrigado, el ciudadano medio que se pregunta ¡pero si en mi país me operarían enseguida!



Tras la presentación entramos directamente en la exposición de los hechos: el sistema sanitario norteamericano está en manos de empresas privadas, cuyo objetivo (y esto lo demuestran) es enriquecerse. La situación se vuelve penosa en el momento en el que Moore nos expone más y más casos de ciudanos que por culpa de estas empresas han sido incapaces de ayudar a sus difuntos familiares. El realizador no sólo se queda con esta situación, sino que viaja fuera de EEUU. Si el planteamiento base del gobierno es el miedo a socializar la sanidad entonces, ¿cómo viven los países con seguridad social? La respuesta que encuentra en Canadá, Francia e Inglaterra es siempre la misma, con un sistema que funciona gracias al ciudadano. "¿Entonces qué falla?" se pregunta Moore, "El gobierno" responde el espectador.


Sicko, para mi, es un buen documental. Heredero del cinema verité y con mucha más autoría presencial de la que debería, Moore construye, a partir de la idea principal, una segunda trama cuando muestra a los "heroes" del 11-S, gente que ayudó al gobierno durante el ataque terrorista y que por este motivo han desarrollado enfermedades físicas y psicológicas. Por una parte el realizador nos muestra el problema y por la otra nos adentra en la experiencia vital de éstas personas (personajes). Es impagable el viaje a Guantánamo y Cuba.

Espero con ganas el próximo, que según he leído ya está disponible en la red, Slacker Uprising, y por supuesto Capitalismo: una historia de amor, ya en las salas de cine españolas.

Te gustarán:

Super Size Me (2003, Morgan Spurlock)
Critical Condition (2008, Roger Weisberg)
Bowling for Colombine (2002, Michael Moore)
Slacker Uprising (2007, Michael Moore)
Capitalism: a love story (2009, Michael Moore)


Artículo de Rubén S. Ferrer

13 de enero de 2010

Bubba Ho-Tep: El rey ha vuelto



Bubba Ho-Tep es género fantástico de calidad, pero, ante todo, es un homenaje a la legendaria figura de Elvis Presley, icono musical del siglo XX, y al cine de terror de serie b, con estilo, con cariño, y con respeto.

Dirigida por Don Coscarelli (autor de la saga Phantasma o El señor de las bestias) en la que es sin duda alguna la mejor y más adulta de las películas en las que ha estado involucrado, y protagonizada por un magistral Bruce Campbell (actor que ha intervenido en infinidad de películas de serie b, como El ejército de las tinieblas),.

Partimos de la premisa de un ¿qué pasaría sí?, y nos encontramos con un hipotético Elvis anciano, retirado en un asilo bajo un nombre falso para dejar atrás una vida intensa y llena de excesos, y con un anciano afroamericano que dice ser el mismísimo John Fitzgerald Kennedy, que juntos deberán enfrentarse a una momia milenaria que está acabando con las vidas de los ancianos del lugar.




Historia bizarra como pocas, pero que curiosamente funciona en una mezcla que logra ser un divertimento tremendamente sano, donde se nota el esfuerzo por conseguir un resultado original y fresco.
En realidad, pese al humor (negro) y a la (poca) acción, podríamos decir que esta película es un drama con tintes de fantástico.
Es, claramente, un Coscarelli más adulto, pese a lo extravagante que resulta el conjunto, profundizando y centrándose en los sentimientos melancólicos de su personaje, Elvis, poniéndolos incluso por encima de la historia de la momia que, en principio, parecía ser el principal reclamo de la película quedando prácticamente en segundo lugar.


Bruce Campbell recrea a un Elvis mítico, tanto en los flashbacks, donde se enfatiza al rey del rock como icono legendario, como en los momentos donde se convierte en héroe, a su pesar. Y no nos olvidemos del tono melancólico que consigue transmitirnos el personaje al echar un vistazo hacia atrás recordando todo lo que ha perdido, demostrando que esta película no sólo es una mezcla surrealista de elementos que poco o nada tienen que ver entre sí.

No es de extrañar que recibiera tantos premios.

La banda sonora desarrolla un excelente tema principal, donde el compositor, Brian Tyler, recrea un tono legendario perfecto con guitarras, que ensalza desde los momentos más épicos hasta los más dramáticos.

Recomiendo a todo aquel que se aventure a ver esta gran película, que deje de lado cualquier tipo de prejuicio, porque sólo de esta manera se podrá disfrutar de una obra donde hay mucho más de lo que parece a simple vista.

Hail to the king.


Si te gustó
Bubba Ho-Tep:

El secreto de la pirámide
, 1985, de Barry Levinson
Gran Golpe en la Pequeña China, 1986, de John Carpenter
El ejercito de las tinieblas, 1992, de Sam Raimi
El gran Lebowsky, 1998, de Joel & Ethan Coen
Tenacious D in The Pick of Destiny, 2006, de Liam Lynch
El luchador, 2008, de Darren Aronovsky


Artículo de David Tarrazona

12 de enero de 2010

El vampiro en el cine I : de Nosferatu a Vampyros Lesbos




¿Qué es un vampiro?

No resulta fácil la tarea de construir una definición que determine con exactitud las características de esta palabra con orígenes tan dispares. A diferencia de lo que se cree, el vampiro, o el mito del vampirismo, no sólo lo encontramos en la cultura eslava y de centro europa ( como bien se ha encargado el cine de recordarnos) si no que ya encontramos rastros del vampirismo en épocas mucho más pretéritas y en todo tipo de culturas, pero siempre como un portador de enfermedad y destructor de la vida (la sangre, siempre asociada a la vida). Hay señales de vampirismo en leyendas sumerias, mesopotámicas, egipcias, chinas, japonesas o americanas, por citar algunos ejemplos.

No cabe duda que el debut cinematográfico del vampiro en el cine se produjo con la espeluznante Nosferatu de Murnau en 1922, aunque es posible que exista algún precedente en obras del cine mudo como la producciones El secreto de la casa número 5 (1912) o The Vampire (1913).


El cine nunca ha dejado de lado la figura del vampiro en cualquiera de sus formas: el asesino vampírico ( M, El vampiro de Dusserdorf, 1931,de Fritz Lang), el vampiro psíquico (Intacto,2001, de Juan Carlos Fresnadillo) o el vampiro con origen histórico ( La condesa Drácula, 1971,de Peter Sasdy, basada en Elizabeth Battory, que se bañaba en la sangre de doncellas para intentar retrasar su vejez).

La Universal recogió el testigo de Murnau y creó la imagen del vampiro que perdura en nuestro imaginario, el irresistible seductor de la noche que vestía de etiqueta, encarnado (nunca mejor dicho) por Bela Lugosi en su Drácula de 1931.



Tras un periplo de películas más o menos afortunadas como la incomprendida en su tiempo Vampyr de Dreyer (1932), La hija de Drácula (1936), El hijo de Drácula (también de la Universal pero esta vez interpretada por Lon Chaney Jr.), llegaron algunas entrañables películas corales como La zíngara y los monstruos,1944 o La mansión de Drácula 1945,novelas como Asylum con los primeros vampiros venidos del espacio e incluso parodias ( Abbot y Costello contra los fantasmas,1948) que únicamente consiguieron que el público perdiera el interés por el personaje. Tras unos años de mediocridades se recuperaría, y de que manera, con la llegada de una productora inglesa que aterrorizaría a todo el mundo como nadie había hecho hasta entonces.

La Hammer ( con merecidísimo origen español), utilizó el Technicolor tan popular en la década de los 50 para mostrar la sangre más roja de la historia del cine. Inauguró su festival de producciones con Drácula (1958), Drácula, el príncipe de las tinieblas ( 1966, ambas de Terence Fisher), Drácula vuelve de la tumba, Las cicatrices de Drácula (producidas las dos en 1970) y otras películas con gran dosis de erótismo como Las novias de Drácula (1960), Los amantes vampiros (1970), Drácula y las mellizas (1971) o la citada La condesa Drácula (1971).

En 1967, Roman Polansky homenajearía de forma soberbia todo este universo Hammer en su divertida El baile de los Vampiros, protagonizada por él mismo y su fallecida esposa Sharon Tate.


Por supuesto sería muy injusto pasar por alto la figura de Jesús Franco, reconocido hace muy poco en los premios Goya, que a lo largo de su extensísima filmografía trató el tema del vampirismo, algo más subido de tono si cabe. Algunas de sus películas, El Conde Drácula ( 1969), Las Vampiras (Vampyre Lesbos, 1970) o Drácula contra Frankenstein (1971).

Las imprescindibles:

Nosferatu, 1922, de F.W. Murnau
Drácula, 1931, de Todd Browning
Vampyr, 1932, Carl T. Dreyer
La zíngara y los monstruos, 1944, de Erle C. Kenton
Drácula, 1958, de Terence Fisher
Las novias de Drácula, 1960, de Terence Fisher
Vampyros Lesbos, 1970, Jesús Franco


Artículo de David Boscá

Le Grand Bleu y el sentido del mar



“Jacques Mayhol (Jean Marc Barr), un eterno amante del mar con una especial habilidad para el buceo, ayuda al profesor Lawrence en sus experimentos marinos. Nada de lo que tiene o consigue Jacques en la vida le llena tanto como el mar. Pero la belleza que Jacques admira, también puede esconder un peligro imperceptible...La película cuenta la obsesión de dos hombres, Jacques y Enzo Molinari (Jean Reno) por el buceo, obsesión que los persigue desde niños. Encuentran en el interior del mar una especie de plenitud, como si de su verdadero hábitat se tratara. Jacques Mayhol, incluso, complementa esa pasión con una gran atracción y comprensión hacia los delfines. La historia de un buzo que ama las profundidades del mar, que ama a una mujer (Rosanna Arquette), pero por sobre todo ama la libertad.”



En algunos momentos de la vida, uno se siente que no pertenece a este mundo ya que tiene una talla creada por los hombres en la que no cabes. El significado que el resto de los humanos entienden, no coincide con el de uno mismo y la alienación es el transporte de tu propia existencia.
Esto mismo, es lo que le ocurre a Jacques Mayhol, un buceador de estilo libre quien sólo se encuentra a sí mismo y se reconcilia con su propia naturaleza en el azul profundo del mar. “Un mar muy extraño, misterioso y desconocido. No muy distinto al espacio donde se difuminan las nociones convencionales del tiempo y la distancia. Es un lugar mágico y peligroso en el que Jacques se siente en armonía.”
Este metraje del Cinema du look de 1988 y dirigido magistralmente por Luc Besson (El Quinto Elemento; Nikita; Leon The Professional), es el producto de la fotografía de Carlo Varini, la música de Eric Serra, el guión de Robert Garland y Luc Besson. Te sumergen literalmente en los misterios del mar y te transporta a sus lugares mas impresionantes principalmente, del Mediterráneo.
Aunque la crítica no fue muy favorable, se convirtió en película de culto del movimiento estético Cinema du look. Lo que se materializó en el premio César en 1989 a la mejor música (Eric Serra), y al mejor sonido (Pierre Befve, Gérard Lamps,François Groult). También ganadora del premio Académie Nationale du Cinéma 1989 (Luc Besson).


Varini consigue la espectacularidad fotográfica con el uso de angulares en los planos grandes y generales que junto con el contrapicado en planos medios aumenta la magnificencia de las localizaciones como La Raya (Perú), Taormina (Italia), Las Cicladas (Grecia), etc.. Además utiliza las acertadas emulsiones fílmicas que capturan la luz del Mediterráneo como hace Sorolla en sus trabajos más mediterráneos. Varini por tanto hace una gran trabajo en el que transmite la existencialidad del film.
Por otro lado Eric Serra y el estilo musical new age pone la guinda poética a este film que sólo con las imágenes, ya por sí mismo habla. Su música te sumerge en los misterios del mar, de los delfines y de la trama. Tal fue el gran aporte de Serra en la película que para su distribución en EE.UU. la distribuidora Gaumont decidió encargar una versión distinta de la banda sonora a Bill Conti y un nuevo final a lo “happy-ending”, lo que resultó ser un fracaso comercial en Norteámerica.

La película El gran azul / Le Grand Bleu de Luc Besson es una co-producción italiana, francesa y americana, editada en DVD con el montaje final del director con 40 minutos más, de material inédito que, estoy seguro será un deleite para la vista, para los oídos y te transportará a lo que de verdad se siente cuando te encuentras bajo la superficie del mar.


Filmografía seleccionada:


Subway (1985)
Nikita (1990)
Atlantis (1991)
Leon, El Profesional (1995)
El quinto elemento (1997)
The Messenger: The Story of Joan of Arc (1999)


Artículo de Pepo Ruiz

11 de enero de 2010

De Sica y su estilo "a lo italiano"



Cuatro años después de que Sofía Loren ganara el Óscar por La Ciociara (Dos Mujeres, Vittorio de Sica, 1960), sorprendió al mundo con la interpretación de Filomena Marturano, la pareja de Domenico Soriano (Don Mimi), papel encarnado por Marcelo Mastroianni. La película de Vittorio de Sica cuenta la historia de Filomena, una joven prostituta que en tiempos de guerra conoce a Don Mimi, un hombre de negocios y caradura, que se siente atraído por ella. A lo largo de los años, el caprichoso destino los vuelve a reunir, y el acomodado Domenico la retira de la calle para colocarla en su casa con la única finalidad de cuidar de su madre.

La primera vez que vi esta película me llevé una desagradable sorpresa, sabía que Vittorio de Sica hacía comedias ligeras pero no historias con una carga tan dramática y al mismo tiempo con tintes cómicos. Tras la primera impresión decidí verla otra vez ya que las películas no se aprecian de la misma manera. Y así fue. Con este segundo visionado descubrí un film interesate, denso, dramático y cínico.



La película arranca con una Sofía Loren a punto de morir. Débil, agotada, sudorosa y agonizante, hace llamar a su mantenedor, Marcelo Mastroianni, quien se dedica a flirtear con las muchachas que pasan por su negocio, y con las que suele comprometerse. Nada más recibir la noticia Don Mimi, corre hasta su casa para encontrarse a Filomena apunto de morir. Durante este primer acto, a través de flashbacks, se nos cuenta la historia de esta extraña pareja. Don Mimi, un playboy hasta en los momentos más difíciles de las posguerra, se encapricha con una joven prostituta, con la que tropieza varias veces en el transcurso de los años. Él se siente atrído por ella, ella se enamora de él. Cansado de saber que su chica es puta decide sacarla del prostíbulo para ponerla en un piso, donde no tiene que hacer otra cosa que limpiar y cuidar de la madre de Doménico. Conforme pasa el tiempo comenzamos a comprender a Filomena, una mujer dura, valiente, que aparte de procurar por su vida, piensa en la de su hijo pequeño. Tras los flashbacks volvemos a la habitación de la moribunda señora Marturano. En un momento de desesperación le pide a Don Mimi que se case con ella, y él, haciéndole el favor a la muerta, acepta. Agobiado por la situación decide hablar con su amante, a quien le dice que en breve estará con ella ya que Filomina está agonizando; acto seguido aparece Sofía Loren, fuerte, reafirmada, viva. "La moribunda está aquí para quedarse" es la frase que le deja caer la señora de Doménico, quien a partir de ese preciso instante vivirá un infierno y sufrirá un cambio de personalidad. Finalmente, y tras pasar por muchas dicusiones "a la italiana" Don Mimi, no sólo acepta los hijos que ha tenido Filomena, sino que reconoce, ya en la madurez, su amor hacia su compañera.


Matrimonio all'italiana es toda una lección de humildad, tanto cinematográfica como personal. La película se centra en la sociedad que surge tras la Segunda Guerra Mundial. A partir de la desestructuración de la familia, y la modernización de la mentalidad en cuanto a la religión, De Sica nos muestra a personas que han perdido su capacidad de sentir. En el film vemos como los personajes cambian, pasan de un plano anímico frío y distante, a otro más humano a través de la agonía que produce la pérdida de un ser querido, a lo que hay que añadir la "jugarreta" de Filomena. Quiero destacar como, al final, el personaje de Mastroanni evoluciona, aceptando en su madurez, al convertirse en un hombre completo. Aunque aparentemente el mensaje de la película sea procatólico, creo que el cambio que sufren los personajes, transgrede las barreras del pensamiento cristiano, para focalizar su discurso en la evolución de las personas y la aceptación de la vida misma.

Si te gustó Matrimonio a la Italiana:

Dos mujeres (1960, Vittorio De Sica)
Seducida y abandonada (1964, Pietro Germi)
Divorcio a la italiana (1962, Pieto Germi)


Artículo de Rubén S. Ferrer

La Tativille de Jacques



Jacques Tati se toma muy en serio el título de su filme y configura su espacio cinematográfico como un juego, con sus personajes-fichas y sus escenarios-tableros. Tati no es solo quien tira el dado, si no que además conoce el resultado de la tirada. Playtime nos transporta a la vida urbana de las ciudades modernas, donde la arquitectura se convierte en un personaje más, el principal, y al mismo tiempo atrapa a todo su reparto de secundarios, esos personajes anónimos, autómatas, que se mueven de manera mecánica, circular y cerrada entre los muros de cristal y hormigón. ¿La historia? O bien Tati no la necesita o bien la construye el espectador. La escasa presencia de la palabra hablada obliga a concentrarse con los cinco sentidos en la pantalla, a descifrar lo que el director nos cuenta y a no dejar escapar ninguno de los gags con los que Tati impregna la película.



El mundo físico de Playtime es recto, ordenado, frío, cerrado y de trayectos circulares y previsibles. No hay opción de salirse de la norma. ¿O sí? Es precisamente ese deseo de acercarse a un mundo mucho más real, palpable, tradicional, sentimental y de antaño, con casas de madera, jardines, calles sinuosas y calor humano, lo que Tati anhela. Pero para ello es necesario que nos muestre el mundo donde vivimos, para luego llevarnos de la mano de su paraguas y piruetas hacia su realidad, hacia su mundo donde la gente habla, ríe y sobre todo se escucha.

El propio Tati quiere formar parte de su experimento y protagoniza su Tiempo de juego a través de Monsieur Hulot, ataviado de manera clásica, con gabardina, sombrero y paraguas y colores marrones, beiges y verdes que contrastan con los negros y grises de los habitantes de la megalópolis. Una megalópolis cuyos ciudadanos y medios de transporte acabarán moviéndose literalmente al son que marcará Tati. Al son de su tiovivo de la vida.

Si te gustó Playtime:

The General (1926) de Buster Keaton
Modern times (1936) de Charles Chaplin
Night Owls (1930) con Stan Laurel y Oliver Hardy
Max illusionniste (1914) de Max Linder


Artículo de David Aliaga

9 de enero de 2010

El lugar donde viven los niños



La última película de Spike Jonze no gustará a todo el mundo. Y es curioso, porque ese es precisamente uno de los temas centrales de Donde viven los monstruos: La incomprensión.

El director de Cómo ser John Malkovich y Adaptation (El ladrón de Orquídeas) firma una deliciosa pero arriesgadísima película pseudo infantil, adaptando la novela homónima de Maurice Sendak.

Cuenta la historia de Max, un imaginativo e incomprendido niño que pasa los días soñando historias bajo la atenta mirada de su madre y la ausencia simbólica de su padre.
Un día, vestido con su disfraz de lobo, pierde los papeles y muerde a su madre. Sale corriendo de casa para terminar viajando en una barca camino de la isla donde reina lo salvaje, donde viven los monstruos.




Quien conozca la filmografía de Spike Jonze, incluyendo, por supuesto, videos musicales y anuncios televisivos, comprenderá en seguida lo personal que es este último trabajo. ¿Acaso no ha sido siempre un niño grande, imaginativo y genial, pero incomprendido al mismo tiempo?

El discurso de Max empieza a tener sentido cuando llega al reino de los monstruos, aquí las actitudes más primarias, los sueños de niñez, las travesuras, la inocencia e incluso las mentiras (tan comunes entre los niños) son premiadas con el gobierno de la sociedad.

Los monstruos ven a Max como un salvador, un rey que viene para sacarlos de su miseria, de la infelicidad en la que viven tras haber dejado, mucho tiempo atrás, su comportamiento natural, su monstruosidad. Sólo quedaba uno, Carol, incomprendido como Max que sigue comportándose como lo que es en realidad, un monstruo, o lo que es lo mismo, un niño.

Lo que ocurre es que se encuentra con la representación de los peores temores del ser humano en la personalidad de los monstruos: el miedo a la soledad, al ser ignorado, a la diferencia, enfrentados con la razón, la bondad, el cariño… Y ahí es cuando Max empieza a dudar de si realmente es el rey que creía ser.

Lo más interesante de la película de Jonze, es el hecho de que consiga adaptar un relato infantil, no como lo haría un adulto, sino a través de los ojos de un niño, donde correr, dar saltos, pegar volteretas y construir castillos en el aire es lo más importante de su corta vida. Lo único que le preocupa.

Lamentablemente, si no somos capaces de sacar el niño que llevamos dentro, olvidarnos de los clichés y de las ideas preconcebidas, dificilmente disfrutaremos la película, impotentes al no poder comprender el idioma que hablan los niños cuando juegan en un mundo de fantasía.

En una sociedad dónde las preguntas de los niños a los padres no son respondidas

¿Puedes ser rey por siempre, Max?


Películas relacionadas:

Cristal Oscuro, 1982
Dentro del laberinto, 1986
The work of director Spike Jonze (TV), 2003


Artículo de
David Boscá

8 de enero de 2010

Programa doble: Un rayo de sol en la Luna



Metafísica. Parte fundamental de la filosofía que trata el estudio del Ser en cuanto tal y de sus propiedades, principios, causas y fundamentos primeros de existencia.

Es inevitable encontrar una estrecha conexión entre las dos películas propuestas hoy (Sunshine, de Danny Boyle, y Moon, de Duncan Jones) y las dos principales obras maestras de la ciencia-ficción, Solaris, de Andrei Tarkovsy y 2001, una odisea en el espacio, de Stanley Kubrick.

Estamos frente a dos de las propuestas más valientes de los últimos años en el terreno de la ciencia-ficción. Por una parte, la primera incursión en el género del director británico Danny Boyle ( Transpotting, 28 días después, Slumdog Millionaire) con el deliberado objetivo de conseguir un film que fuera capaz de fundir premisas tan dispares, y a la vez tan cercanas, como las que proponían el film de Tartokvsy y el Alien, de Ridley Scott.



Por otra , la ópera prima de Duncan Jones, que lejos de utilizar el nombre y reputación de su padre ( David Bowie), se lanza con un explícito homenaje al clásico de Kubrick, con todo el riesgo que ésto conlleva. Eso sí, lo hace con dos actores fántasticos: Kevin Spacey y Sam Rockwell, protagonistas absolutos de Moon.


Ambos films centran el argumento en sendas misiones espaciales, el intento de supervivencia de la humanidad ante un sol que se está apagando, y la extracción de recursos en la Luna para paliar la crisis de suministros energéticos que sufre la Tierra.

Los postulados básicos de la metafísica como el concepto de la no-contradicción, es decir la inviabilidad de que algo sea y al mismo tiempo no sea, están presentes en ambas películas, pero es en el caso de Moon, donde se le da una vuelta de tuerca muy interesante.

Como buenas películas de género, hacen uso de la mitología para mantener un diálogo secreto con el espectador más avispado, que en seguida sabrá descodificar, por ejemplo, la decisión de nombrar Ícaro II a la nave de Sunshine o ver una posible unión con el hecho de que en el hinduismo el tiempo sea la eterna repetición de los mismos ciclos y Soma (el dios lunar) represente la inmortalidad. Pero, ¿qué entendemos por inmortalidad en la película de Duncan Jones?




Es posible que la película de Boyle se vaya apagando como el sol a lo largo del metraje, coincidiendo el punto de caída con el principio del tercer acto, que si bien aporta altas dosis de suspense, rompe con la armonía y la perfección visual que Sunshine estaba ofreciendo hasta ese momento. Paradojicamente, la idea de concebir la misión espacial como un viaje psicológico de los personajes hacia el Sol como fuente de vida de nuestro universo y toparse de golpe con lo real (con aquello que de repente nos hace darnos cuenta de que la vida no está hecha para nosotros) me resulta francamente interesante.

Moon es más equilibrada, pero no por ello menos tramposa, jugando maravillosamente, eso sí, con algunos clichés del género para confundir o guiar al espectador al lugar equivocado, incluso con referencias o paralelismos cinéfilos como el Gerty-Hal 9000.


Me parece interesantísimo también, al igual que ocurría en Matrix, la interpretación casi literal que Duncan Jones hace del mito de la caverna de Platón o de otras referencias filosóficas como el principio determinista o la creencia universal del libre albedrío para construir el personaje de Sam.

Dos películas muy recomendables que dejan de lado la maquinería y pirotecnia características de los “blockbusters” para centrarse en aspectos mucho más profundos del ser humano.

Te pueden interesar:


2001, una odisea en el espacio, 1968
Solaris, 1972
Naves misteriosas, 1972
Alien, 1979
Atmósfera cero, 1981
Gattaca, 1997
Nivel 13, 1999


Artículo de David Boscá

7 de enero de 2010

Los recursos digitales al servicio del creador: Tarnation



¿Por qué escogí ver Tarnation?
En el capítulo sobre edición digital del manual de Mike Figgis, El cine digital, se hace referencia a una serie de películas que han sido editadas con iMovie, el editor de vídeo por defecto del sistema operativo de Mac (como si fuera el Movie Maker de Windows). Pensar que un documental estuviera hecho con este tipo de programa ya me llamó la atención, pero que encima estuviera premiado y fuera transgresor hizo que me pusiera a buscarlo como un loco. Al final lo encontré. Hoy he terminado de verlo.

Tarnation, aunque me cueste reconocerlo, es innovador en su género. A lo largo de hora y media, Jonathan Caouette, director y protagonista, nos cuenta su infancia atípica. Su madre, una estrella adolescente, sufre un accidente y desde ese momento deciden tratarla con electroshocks. Más tarde se enamora de Steve con quien se casa y tiene un niño, Jonathan. Steve los abandona y Renné se marcha con su hijo a Chicago, donde sólo llegar es violada. De vuelta a Texas son expulsados del autobús y pasan por mil penurias antes de llegar a casa de sus padres. Reneé es ingresada en un psiquiátrico, donde le dan más electroshocks, mientras que su hijo es adoptado por una serie de familias que abusan de él y le destruyen psicológicamente.



El punto de giro en la infancia de Jonathan apareció junto a un camello, cuando éste le ofreció un canuto de hierba, cuando esto no era exactamente lo que llevaba, sino una mezcla de marihuana y polvo de ángel. El niño se fumó el porro, que le produjo una ruptura con la realidad, viéndose a si mismo como alguien que no forma parte de entorno. En el instituto Jonathan evoluciona hasta que decide irse a Nueva York, donde se enamora de David. Juntos se ganan la vida en el mundo del espectáculo. Mientras Renené se encuentra de visita en casa de su hijo Jonathan encuentra a su padre y reune a su familia disfuncional treinta años después. Meses más tarde Reneé vuelve a Texas donde sufre una ingestión y sobredosis de litio que le provoca un transtorno fatal que, pronto o tarde, le llevará a la muerte.


La vida de Jonathan y su madre Reneé es contada en 90 minutos combinando imágenes de Súper 8, Hi-8, MiniDV y fotografías. Todo ello narrado con intertítulos y las voces que el protagonista ha ido recogiendo en diversas ocasiones, ya sean en cintas o en contestadores automáticos. A parte de estos recursos me gustaría destacar que muchísimas veces emplea la tercera persona para referirse a si mismo, estableciendo una lejanía entre el realizador y el protagonista. La intención narrativa se compacta en el montaje que, aunque reconozco lo mucho que habrá costado, me resulta francamente malo y carente de gusto estético. Es un conjunto de imágenes a las que ha aplicado todos los filtros que vienen en un programa de edición, aunque es de lo más respetable ya que ha sido elección del autor,hace que esta película se convierta en un reality show de lo más kistch. El pastiche del montaje viene justificado por el interés del autor en demostrar la situación caótica en la que ha estado viviendo, así como la locura que ha envuelto siempre su núcleo familiar.

Creo que Tarnation puede dar mucho que hablar. ¿Documental? ¿Reality Show? Sea lo que sea es una representación de la vida de un individuo, que además imprime su propia personalidad en su obra de arte más personal. Por lo tanto es interesante ver este documental ya que hasta ahora no se ha hecho nada parecido. Nadie, de momento, ha recopilado treinta años de una vida destrozada para mostrarla públicamente y expulsar así sus problemas más dolorosos.

Documentales relacionados:

Capturing the Friedmans, 2002
Stevie, 2002
Put the camera on me, 2003


Artículo de Rubén S. Ferrer