21 de marzo de 2010

La novena de Fellini




Fellini Otto E Mezzo (1963, Federico Fellini)

Hay una gran cantidad de películas que un cinéfilo, o al menos alguien que se dedica al mundo del cine o el audiovisual, debe ver. Entre el Olimpo de las películas encontramos Citizen Kane de Welles, Vertigo de Hitchcock, Modern Times de Chaplin, The Seventh Seal de Bergman, y entre todas ellas la película de Fellini 8 1/2, un film que lo norteamericanos designarían con un “Must See”, obligado.

Sobre la novena película de Fellini ya hay mucho escrito, quizás demasiado, pero si tras la película nos ponemos a pensar sobre ella descubriremos que nunca es demasiado porque es tan rica y está tan bien construida que siempre necesitaremos alguien que nos hable de ella, que la analice, que la estudie, y que nos la explique. Explicar Fellini 8 1/2 es presentarnos a su director, es conocerlo y ver toda su obra.


La película del director italiano nos habla de Gido, un reputado director de cine que intenta hacer su nueva película. La presión, el miedo y el posible rechazo al no poder alcanzar el nivel de su último film, le hacen caer en una crisis creativa. Es un balneario, recluido para encontrar su camino, donde Gido se centra en sus recuerdos y en las mujeres que más le han influido en su vida.

Para mi podemos sacar dos aspectos del film de Fellini, el meta-cine y el recuerdo. Desde luego, y como bien afirma Terry Guilliam en el extra que acompaña a la edición de Criterion (y ahora también en España por Cameo), se trata de una película en la que vemos, bajo una mirada muy personal, cómo funcionan las películas y cómo debe trabajar un director; pero no un artesano al más puro estilo hollywoodiense sino un artista. Ahí es donde reside la diferencia entre Fellini y el resto de sus contemporáneos. Mientras que otros directores italianos trabajaban bajo una producción muy cerrada Fellini había conseguido que la producción trabajara para él. Gracias a esto consiguió realizar films tan personales como el que tratamos hoy, o Amarcord, Intervista, etc.



Así pues Gido es el alterego de Fellini. Un director de cine en mayúsculas que se encuentra en una crisis creativa. Al igual que le pasó al artista italiano que no supo de que iba a hablar en su siguiente película, Gido busca esa inspiración para emprender la realización de un film. A lo largo del metraje el espectador no sabe muy bien de que irá la película. Pasada la mitad de la película, el productor, Gido, y más gente de la producción, viajan a la localización donde el director de arte ha creado una estructura gigantesca. Allí un personaje que habla con la mujer de Gido comenta en voz alta que será una película de ciencia ficción. Esto me sorprendió, al igual que su pareja, porque Fellini no haría una película de este género por lo que nos encontramos al igual que el protagonista, totalmente perdidos a nivel creativo. Es en esta secuencia cuando, a mi parecer, encontramos una clara empatía con el personaje ya que todo el mundo espera que haga una película que ni el mismo sabe de lo que va a ir. Todos le preguntan su opinión, le cuestionan pequeños detalles de los que no tiene ni idea, y le consultan sobre el casting porque las actrices esperan impacientes trabajar con él. Ante esta situación de estrés Gido baila en los pasillos de la residencia.

Otro de los aspectos que trata la película, y en el que reside su mayor interés, es el retrato de la memoria. La secuencia con la que empezamos se trata de un sueño de Gido. En medio de un atasco de automóviles, todo está en calma, nadie se mueve, nadie pita, nadie hace nada, por lo que Gido comienza a ponerse nervioso porque no puede salir de su coche, el cual empieza a llenarse de humo. Finalmente lo consigue y sale volando del atasco para después ascender y alcanzar los cielos. Pero no lo consigue, una cuerda atada a su pierna se lo impide y es devuelvo a la tierra, precipitándose al mar.

Con esta secuencia onírica Fellini nos deja ver qué veremos en el resto del film. Así es cómo se presentan los sueños y las fantasías. Poco a poco los recuerdos (como la infancia y la religión) y los sueños (la significativa secuencia del harem) cogen fuerza hasta tal punto que el espectador no sabe que está viendo. Finalmente el mundo interior de Gido se junta con la realidad en la secuencia final, algo que muchos críticos profesionales interpretan como un circo de una sola pista.

Nada más empezar con Fellini 8 1/2 me vino a la mente L’Année dernière à Marienbad (1961), el film de Alan Resnais. Me es completamente imposible no mencionar el film del realizador francés por las similitudes que guarda con el del italiano. En ambas películas vemos como se aborda la memoria y el recuerdo. Es normal que veamos en estas películas algunas semejanzas porque nos encontramos en los sesenta, y aunque la psique y el sueño ya habían sido tratados en los veinte de manera inicial, con Das Kabinett des Dr. Caligari (1919, Robert Wiene) y Un Chien Andalou (1928, Luís Buñuel), o Spellbound de Hitchcock en los cuarenta, es esta década cuando las tramas clásicas son desestructuradas por el conocido cine de Arte y Ensayo, destruyendo los textos cinematográficos clásicos para reescribirlos de nuevo a partir de un punto de vista totalmente personal, que muchas veces obedece a la visión del director, esta vez concebido como artista.


Por último Fellini 8 1/2 no sólo es uno de los mejores films de Fellini, sino que es un referente dentro de la Historia del Cine, un clásico moderno que no sólo debe verse por el tratamiento narrativo, sino por el uso de la música compuesta por Nino Rota, y por la fotografía de Gianni Di Venanzo (La Notte, L’eclisse, ambas películas de Antonioni).

Metacine, memoria y psique:


Spellbound (1945, A. Hitchcock)
La Notte (1961, M. Antonioni)
L’Année dernière à Marienbad (1961, Alan Resnais)
La Nuit Américaine (1973, F. Truffaut)
Stardust Memories (1980, W. Allen)
Intervista (1987, F. Fellini)
Irma Vep(1996, Olivier Assayas)
Adaptation (2002, Spike Jonze)



Artículo de Rubén S. Ferrer

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