6 de marzo de 2010

Oscar 2010: Un tipo serio




La historia transcurre en 1967 y se centra en Larry Gopnik (Michael Stuhlbarg), un profesor de física del medio-oeste americano que ve cómo su vida comienza a derrumbarse. Larry es un hombre bueno; un marido fiel y afectuoso, un padre entregado y un profesor serio, siempre justo y correcto, a pesar de las tentaciones diarias que le acechan. Pero un buen día, todo empieza a ir mal. Su mujer le deja sin explicarle realmente por qué, y su insoportable amante (de ella) convence a Larry de que debe dejar el domicilio conyugal por el bien de los niños y mudarse a un motel. De pronto, la carrera de Larry se ve amenazada por una serie de anónimos en los que le acusan de traiciones sin concretar nada. A pesar de tantas desgracias, es imposible no reírse de la mala suerte de Larry en un mundo que quizá nos sea demasiado familiar...
(FILMAFFINITY)

Tras el surrealismo de su última película, Burn After Reading, los Coen vuelven con una obra maestra, eso sí, dentro del estilo y la dinámica que están llevando en sus últimas películas. La historia que nos cuentan en A Serious Man, tiene mucho de comedia absurda, de tragedia griega, y todo con unas referencias kafkianas sobre el sentido de la vida y el peso de la religión. Como se observa unos temas profundos que cualquier otro director hubiera convertido en una tragedia, o en una comedia disparatada, sin embargo los Coen logran una combinación perfecta entre estos elementos y consiguen parir una obra magistralmente personal.


Quizás lo que más le sorprende al espectador es saber de qué demonios trata una película en la que los acontecimientos son pequeños detonadores que minan las vidas de los personajes. El film arranca con un cuento yiddish sobre la vida y la muerte. Con esta historia los Coen nos resumen brevemente, y a su manera, que veremos a continuación. Para situarnos en la época lo hacemos a través del éxito de Jefferson Airplane, Somebody To Love. Estamos en el verano del amor, una época convulsa en los Estados Unidos. Sin embargo nada aparece de esto en la ciudad de Larry Gopnik, el buen hombre, el tipo serio, la persona que se guía por la norma de el Dios. A pesar de cumplir las leyes del judaísmo parece que Dios le pone a prueba constantemente. La infidelidad de su mujer, la tentación de la carne en el cuerpo de su vecina, la envidia, los celos, el sentimiento de culpa, y toda una serie de acontecimientos que terminan por hacerle cambiar. El colmo llega cuando, asustado por el ritmo que esta tomando su vida, acude en busca de asesoramiento espiritual. Allí los rabinos poco atienden a sus necesidades y se pasan el caso de uno a otro. Larry, profundamente deprimido, decide llevar las cosas de la mejor manera posible.



Del nuevo film de los Coen me gustaría destacar cuatro aspectos. El guión en primer lugar. No estamos acostumbrados a ver este tipo de historias, ya que necesitamos pensar en ellas, meditarlas y luego verlas de nuevo. Es en el segundo visionado cuando atamos cabos, cuando vivimos en la piel de Larry, todo un héroe. En segundo lugar me gustaría remarcar el trabajo de los actores, sobre todo el de Michael Stuhlbarg, quien apenas a trabajado en televisión y cine. Aquí reside un pilar de la película, ya que al trabajar con actores poco conocidos nos involucramos más en film. En tercer lugar destacaría el trabajo de fotografía de Roger Deakins (Revolutionary Road, Big Lebowsky, Kundun) por la luz y los encuadres que utiliza, dándole a la película una estilo muy de acorde con el guión. Y por último, comentar la banda sonora de Carter Burdwell (In Brugues, Adaptation, Three Kings), con unas piezas desconcertantes pero que sin embargo dejan ver algo de claridad en sus notas.


A Seriuos Man es la película más extraña de los Coen, pero a su vez la más personal desde que perfeccionaron su estilo con No Country For Old Man. Es posible que no gane ningún Oscar a las que está nominada, mejor película y mejor guión original. Nunca se sabe, pero de lo que estoy seguro es que si estuviéramos en el universo Coen, y su personaje, un guionista serio, retraído y buena persona, estuviera nominado al mejor guión seguro que se lo llevaría su rival, un hombre arrogante que una vez escuchó una idea de personaje principal, la copió, la convirtió en guión malo y ganó el Oscar. Así es la vida, así son los Coen.


Artículo de Rubén Soler

No hay comentarios:

Publicar un comentario