

Parece mentira, que un compositor que lleva mas de quinientos trabajos en su haber y que sus obras preceden en muchos casos, a las películas a las que pertenecen… Sólo le hayan dado un Oscar honorífico en el 2006, después de cinco nominaciones ( Malena, 2000; The Mission,1986; Bugsy, 1991; The Untouchables, 1987; Days in Heaven 1978). Parece incomprensible que alguien con tal talento le suceda algo así. Pero también le ocurrió a Hitchcock homenajeado con el premio Irving Thalverg (Un reconocimiento que se concede en al ceremonia de los Oscars para destacables de la producción cinematográfica). Así que desde estas premisas, entiendo que los Oscars castigan a los genios y como premio cinematográfico obedece a intereses de otra índole y no hacen mas que reafirmar mi convicción y la falta de fe que tengo en estos galardones. Son tantas películas las que forman parte de nuestras vidas y del imaginario colectivo, y tantas que no han sido reconocidas… Pero los Oscars, como tantos otros premios, son pasarelas y modelitos propios del espectáculo televisivo, del papel cuché y no del arte cinematográfico. Por tanto no hace honor a su verdadero menester.

Las composiciones musicales que todos identificamos como el Spaghetti western (Yo lo llamo Paella Western ya que fueron rodadas en España), llevan su nombre como la llamada Trilogía del Dollar: Per un pugno di dollari (Por un puñado de dólares), Il buono, il brutto il cattivo (El bueno, el feo y el malo), Per qualche dollari in più (La muerte tenía un precio). Pero particularmente y como cresta del género… C’era una volta in west (Hasta que llegó su hora) con su fantástico tema: “The man with the harmonica”. Todas ellas, obras firmadas por Sergio Leone quien junto a Morricone trabajaría en casi todos sus largometrajes.
Este genial compositor, encuentra musas fuera de la ortodoxia instrumental o fuera de las tradicionales orquestas. Entendemos que justifica estos instrumentos atípicos con la historia y la trama. Como por ejemplo en “una de vaqueros” como Il bouno, il brutto, il cattivo, donde se interpretan: tambores, silbidos, una harmónica un flauta india, coros, una orquesta e incluso ¡una guitarra eléctrica!(algo que semióticamente se entiende como un invento propiamente americano)!. Todos estos instrumentos hacen alguna alusión al mundo del salvaje oeste o a los Estados Unidos en alguna de sus formas. Sin embargo, Morricone los fusiona y marca su propio estilo.

Aunque obviamente marcó un precedente para sus colegas, su obra no se reduce sólo a la experimentación instrumental, y su justificación con la historia, ya que va mucho más allá. ¿Quién no ha escuchado alguna vez las melodías de Cinema Paradiso, Unce upon in America (Érase una vez en America), The Untouchables (Los intocables), Lolita (La adaptación de Adrian Lyne 1998), Ripley’s game (El juego de Ripley)? En las melodías juega con la emoción, la nostalgia, la tristeza, la alegría, la ensoñación que crean los instrumentos junto con los compases, ritmos y notas. No hay nada de nuevo en ello, ya que es lo que han hecho todos los compositores del cine, pero Morricone tiene el don de los japoneses… Lo asimila y lo mejora porque si cambia un solo compás, ritmo o alguna nota de las melodías de las películas anteriormente nombradas, la producción entera bajarían un peldaño de calidad aunque sea difícil de creer.

Desde aquí quiero rendir homenaje a un compositor que me emociona particularmente y supongo que colectivamente porque gracias a él sigo admirando el cine como un niño: como arte… como magia.
Escucha Cinema Paradiso aquí
Artículo de Pepo Ruiz
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