24 de enero de 2010

El vampiro en el cine III: Mordiscos europeos




Era lógico pensar que en Europa, el continente donde el mito vampírico había desarrollado una marcadísima identidad propia, se hubieran producido un buen número del películas de género interesantes. Al igual que ha ocurrido a lo largo de la historia del cine, el cine europeo de vampiros también ofrecerá un valor añadido que lo distinguirá radicalmente del cine más comercial de Hollywood.

En Francia, encontramos la figura de Jean Rollin, director que llevará al límite el terror erótico ( no en vano fue uno de los pioneros del cine X francés) con producciones como Desnuda entre las tumbas (1970), El amanecer de los vampiros (1971), Vierges et vampires (1971) o la polémica Levres de sang (1975) que contó con una versión calificada X para intentar amortizar el gasto de la película. Aparte de Jean Rollin, se podría destacar también Sangre y rosas (1960) de Roger Vadim, El tierno Drácula (1974) de Pierre Grunstein (con Peter Cushing) más cerca de la comedia subida de tono o una revisitación del género en Baby Blood (1990) de Alain Robak.



El cine italiano, también aportará su granito de arena al género especialmente con la figura de dos realizadores, Antonio Margheriti y Mario Bava, con películas como La máscara del demonio, (1960) Las tres caras del miedo (1963), La danza Macabra (1963) o I lunghi capelli della Morte (1964). También interesantes La sorella di Satana (1965), de Michael Reeves, La maldición de los Karnstein (1963), de Camillo Mastrocinque y protagonizada por Christopher Lee, o una de las últimas producciones, la discreta adaptación televisiva de la novela de Stoker Il Bacio di Dracula (2002), de Robert Young.


España, por supuesto también tocó el género vampírico, al igual que el país vecino, también uniría vampirismo con erotismo, especialmente en las producciones de Jesús Franco como Vampiros Lesbos (1971) o La hija de Drácula (1972), pero lo que no sabe o recuerda mucha gente es que directores muy conocidos como Vicente Aranda o Jorge Grau, también firmaron alguna película del género como La novia ensangrentada ( 1972) o Ceremonia sangrienta (1973), basada una vez más en la vida de la condesa Bathory.
El desaparecido Paul Naschy también daría vida a algún personaje en producciones como La noche de Walpurgis, de León Klimovsky.

En el resto de Europa, encontramos películas belgas como La Fée sanguinaire (1968), de Roland Lethem, La sadique aux dents rouges (1970), de Jean-Louis Van Belle o El rojo en los labios (1971), de Harry Kumel (adivinad sobre quién… Bathory), películas alemanas como los Nosferatu de Murnau (1922) y de Herzog (1979) o Jonathan (1970) de Hans W. Geissendorfer, rusas como la trilogía iniciada por Guardianes de la noche (2004), del tildado director visionario Timur Bekmambetov o una divertida, interesante, y reciente, co-producción británica y rumana, Strigoi (2008), sobre un pueblo rumano que se enfrenta a un brote vampírico encabezado por el rico terrateniente local.


Me dejo para el final el caso de Suecia, que en los últimos años nos ha regalado una visión del cine de género interesantísima, con dos películas: Frosbitten (2006), traducida por algún listo como 30 días de noche, de Anders Banke, con un hilo argumental muy similar al cómic de Niles y Templesmith, y por supuesto, el que seguro se convertirá en un film de culto, Déjame entrar (2008) de Tomas Alfredson, que adapta la novela homónima de John Ajvide Lindqvist.



Artículo de David Boscá

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