6 de enero de 2010

La comedia americana del nuevo milenio: Sueños de juventud


La comedia es posiblemente el género más universal, y lo es en buena parte gracias a Hollywood, esa todopoderosa máquina demiúrgica responsable de las más bellas imágenes generadas en nuestro imaginario colectivo.

Es con certeza su género más mimado, y desarrollado, especialmente en épocas de depresión, cuando se produjeron algunas de las mejores películas de la historia del cine.

Desde la llamada comedia anárquica, con orígenes en el vodevil y el Music Hall, madurada por gente como Buster Keaton, Los Hermanos Marx, Bob Hope, y revisada de forma genial por los Monty Python en los 70, hasta la Slapstick, fusionada con la comedia de parodia creando híbridos como la genial Aterriza como Puedas y demás sagas o el cine de Mel Brooks, aunque es verdad que no podemos pasar por alto la aportación de Abbot y Costello en los años 40 ni tampoco olvidarnos de la comedia Screwball ( La fiera de mi niña, Sucedió una noche). Me dejo para el final la comedia romántica que directores como Billy Wilder o Ernst Lubitsch perfeccionaron hasta límites insospechados con joyas como Ser o no ser, Ninotchka, El Apartamento o la popular Con faldas y a lo loco.

Analizando superficialmente este contexto, sin marearse demasiado, no es difícil imaginar que algo iba a pasar. No sé si dentro de unos años, películas como las que voy a comentar se analizarán como un nuevo tipo de comedia, pero lo que no hay duda es que están renovando ( falta hacía ) la comedia americana.



Posiblemente motivados por el (antes) genial Kevin Smith y su baratísima Clerks o el saber hacer de los hermanos Coen, en los últimos años observamos atentamente como florecen una serie de comedias fresquísimas, sin los tapujos carácterísticos que el sistema impone.


Películas como Supersalidos (Superbad en el original), Virgen a los 40, Entre copas, Pequeña Miss Sunshine, Adventureland, Juno, (500) dias juntos,Lío Embarazoso, Zombieland, The Hangover e incluso Napoleon Dynamite (claro referente del cine independiente) o la filmografía de Wes Anderson, mucho más compleja, pero entendible en este escenario.

Todas tienen en común el hecho de proceder de un marco, o almenos un sistema de trabajo indie, en ser pequeñas producciones que funcionan fantásticamente bien incluso con actores desconocidos, hecho impensable durante gran parte de la historia de Hollywood.

Directores como Greg Mottola, Judd Apatow o Alexander Payne juegan con las mismas cartas, pero con diferentes barajas. La búsqueda constante de la emoción y la melancolía pero atacando donde el golpe más duele, en lo terriblemente cotidiano. La mayoría de ellos han crecido rodeados de una cultura friki, por qué no decirlo, compartiendo el gusto por las tendencias más geek, los cómics, la televisión y la música popular de calidad.

A través de una escueta e incipiente filmografía se están revelando como verdaderos especialistas en el uso del antes citado imaginario colectivo, con el objetivo de implicar al espectador en sus luchas personales, o lo que es lo mismo, en la revisión y recuerdo de sus años pasados, que por gracia o desgracia, siempre fueron mejores.

Las imprescindibles:

Rushmore,1998
The Big Lebowsky, 1998
Election, 1999
Napoleon Dynamite, 2004
Entre copas,2004
Life Aquatic, 2004
Virgen a los 40, 2005
Pequeña Miss Sunshine, 2006
Superbad, 2007
Juno, 2007
Adventureland, 2009
(500) days of summer, 2009


Artículo de David Boscá

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