3 de enero de 2010

¿Quién dijo que la mujer era el sexo débil?





Los cambios sociales en la década de los 40 en los EEUU, sugirieron un mayor protagonismo femenino en el cine negro americano. Es la mujer, en este momento, quien encarna la agridulce dualidad femenina cinematográfica que pone en pie de guerra el dominio del varón en el mundo.
Un protagonismo que Gilda (Rita Hayworth) utiliza para atormentar a Johnny Farrell (Glenn Ford) por medio de una relación amorosa.





La obra de Charles Vidor define y concreta dos caras de la misma moneda, es decir de la naturaleza propia de la mujer mas deseada.
Ángel por su fina sensualidad, pérfidas miradas, etc. Diablo por su ludopatía sentimental e incombustible ambición. Es Gilda por tanto y no tan poco, un producto hibrido de la ambigüedad, valga la redundancia. Por un lado: la Pin-Up estética por su alta carga erótica y belleza insultante propia de los 40 y 50. Por otro: su fatalismo emocional porque rezuman un halo de deseo sexual implícito ante el cual los hombres se rinden sin resistencia, aun siendo conscientes de que esta mujer puede ser su perdición.
La Femme Fatale es Gilda y Gilda es la Femme Fatale.

Si te gustó
Gilda:

Laura, de Otto Preminger
Eva al desnudo, de Joseph L. Mankiewicz
El sueño eterno, de Howard Hawks
La mujer pantera, de Jacques Tourneur
La dama de Shangai, de Orson Welles
Las diabólicas, de Henri-Georges Clouzot


Artículo de Pepo Ruiz

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