11 de enero de 2010

La Tativille de Jacques



Jacques Tati se toma muy en serio el título de su filme y configura su espacio cinematográfico como un juego, con sus personajes-fichas y sus escenarios-tableros. Tati no es solo quien tira el dado, si no que además conoce el resultado de la tirada. Playtime nos transporta a la vida urbana de las ciudades modernas, donde la arquitectura se convierte en un personaje más, el principal, y al mismo tiempo atrapa a todo su reparto de secundarios, esos personajes anónimos, autómatas, que se mueven de manera mecánica, circular y cerrada entre los muros de cristal y hormigón. ¿La historia? O bien Tati no la necesita o bien la construye el espectador. La escasa presencia de la palabra hablada obliga a concentrarse con los cinco sentidos en la pantalla, a descifrar lo que el director nos cuenta y a no dejar escapar ninguno de los gags con los que Tati impregna la película.



El mundo físico de Playtime es recto, ordenado, frío, cerrado y de trayectos circulares y previsibles. No hay opción de salirse de la norma. ¿O sí? Es precisamente ese deseo de acercarse a un mundo mucho más real, palpable, tradicional, sentimental y de antaño, con casas de madera, jardines, calles sinuosas y calor humano, lo que Tati anhela. Pero para ello es necesario que nos muestre el mundo donde vivimos, para luego llevarnos de la mano de su paraguas y piruetas hacia su realidad, hacia su mundo donde la gente habla, ríe y sobre todo se escucha.

El propio Tati quiere formar parte de su experimento y protagoniza su Tiempo de juego a través de Monsieur Hulot, ataviado de manera clásica, con gabardina, sombrero y paraguas y colores marrones, beiges y verdes que contrastan con los negros y grises de los habitantes de la megalópolis. Una megalópolis cuyos ciudadanos y medios de transporte acabarán moviéndose literalmente al son que marcará Tati. Al son de su tiovivo de la vida.

Si te gustó Playtime:

The General (1926) de Buster Keaton
Modern times (1936) de Charles Chaplin
Night Owls (1930) con Stan Laurel y Oliver Hardy
Max illusionniste (1914) de Max Linder


Artículo de David Aliaga

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