7 de enero de 2010

Los recursos digitales al servicio del creador: Tarnation



¿Por qué escogí ver Tarnation?
En el capítulo sobre edición digital del manual de Mike Figgis, El cine digital, se hace referencia a una serie de películas que han sido editadas con iMovie, el editor de vídeo por defecto del sistema operativo de Mac (como si fuera el Movie Maker de Windows). Pensar que un documental estuviera hecho con este tipo de programa ya me llamó la atención, pero que encima estuviera premiado y fuera transgresor hizo que me pusiera a buscarlo como un loco. Al final lo encontré. Hoy he terminado de verlo.

Tarnation, aunque me cueste reconocerlo, es innovador en su género. A lo largo de hora y media, Jonathan Caouette, director y protagonista, nos cuenta su infancia atípica. Su madre, una estrella adolescente, sufre un accidente y desde ese momento deciden tratarla con electroshocks. Más tarde se enamora de Steve con quien se casa y tiene un niño, Jonathan. Steve los abandona y Renné se marcha con su hijo a Chicago, donde sólo llegar es violada. De vuelta a Texas son expulsados del autobús y pasan por mil penurias antes de llegar a casa de sus padres. Reneé es ingresada en un psiquiátrico, donde le dan más electroshocks, mientras que su hijo es adoptado por una serie de familias que abusan de él y le destruyen psicológicamente.



El punto de giro en la infancia de Jonathan apareció junto a un camello, cuando éste le ofreció un canuto de hierba, cuando esto no era exactamente lo que llevaba, sino una mezcla de marihuana y polvo de ángel. El niño se fumó el porro, que le produjo una ruptura con la realidad, viéndose a si mismo como alguien que no forma parte de entorno. En el instituto Jonathan evoluciona hasta que decide irse a Nueva York, donde se enamora de David. Juntos se ganan la vida en el mundo del espectáculo. Mientras Renené se encuentra de visita en casa de su hijo Jonathan encuentra a su padre y reune a su familia disfuncional treinta años después. Meses más tarde Reneé vuelve a Texas donde sufre una ingestión y sobredosis de litio que le provoca un transtorno fatal que, pronto o tarde, le llevará a la muerte.


La vida de Jonathan y su madre Reneé es contada en 90 minutos combinando imágenes de Súper 8, Hi-8, MiniDV y fotografías. Todo ello narrado con intertítulos y las voces que el protagonista ha ido recogiendo en diversas ocasiones, ya sean en cintas o en contestadores automáticos. A parte de estos recursos me gustaría destacar que muchísimas veces emplea la tercera persona para referirse a si mismo, estableciendo una lejanía entre el realizador y el protagonista. La intención narrativa se compacta en el montaje que, aunque reconozco lo mucho que habrá costado, me resulta francamente malo y carente de gusto estético. Es un conjunto de imágenes a las que ha aplicado todos los filtros que vienen en un programa de edición, aunque es de lo más respetable ya que ha sido elección del autor,hace que esta película se convierta en un reality show de lo más kistch. El pastiche del montaje viene justificado por el interés del autor en demostrar la situación caótica en la que ha estado viviendo, así como la locura que ha envuelto siempre su núcleo familiar.

Creo que Tarnation puede dar mucho que hablar. ¿Documental? ¿Reality Show? Sea lo que sea es una representación de la vida de un individuo, que además imprime su propia personalidad en su obra de arte más personal. Por lo tanto es interesante ver este documental ya que hasta ahora no se ha hecho nada parecido. Nadie, de momento, ha recopilado treinta años de una vida destrozada para mostrarla públicamente y expulsar así sus problemas más dolorosos.

Documentales relacionados:

Capturing the Friedmans, 2002
Stevie, 2002
Put the camera on me, 2003


Artículo de Rubén S. Ferrer

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